- Destacaste la importancia de que los ministros y demás funcionarios del área de Educación estén formados en el tema. En pocos meses asumirán nuevos Gobiernos en todas las jurisdicciones ¿Qué crees que deberían tener en cuenta esos Gobiernos a la hora de elegir al ministro de Educación y a sus equipos?
✏️ Creo que lo primero y principal es tener un proyecto. Porque para poder seleccionar a quienes lo vayan a liderar hay que saber a dónde se quiere ir, cuáles van a ser las prioridades. Y tener un plan consistente, que se diseñe a partir de diagnósticos certeros, lleva tiempo.
✏️ En todo caso, tras las PASO, en cada provincia está perfilado qué candidatos tienen chances de ser gobernador. Si esos candidatos no tienen desarrollado un plan, deberían trabajar aceleradamente en desarrollarlo y al mismo tiempo identificar los perfiles que ocuparan las áreas estratégicas del Ministerio. Para mí, el equipo es todo y creo que hay dos condiciones para la selección de los perfiles que lo conformarán. Una es que las personas elegidas conozcan el área que van a gestionar y para eso hay que resignar militancia y priorizar el profesionalismo. Sé que esto es muy difícil en la política partidaria argentina pero es algo elemental. Por ejemplo, que quien asuma la dirección del nivel primario sepa sobre el nivel primario y quien esté a cargo de la formación docente, sepa de formación docente. No da igual saber que no saber. Otro requisito esencial es la capacidad de trabajo en equipo y que las personas tengan cierto código ético.
✏️ Se habla mucho de la importancia de que docentes y directivos desarrollen las capacidades blandas, pero la gestión política nunca se ve a sí misma. Me parece que esas capacidades blandas en los equipos ministeriales son fundamentales, hay que poder trabajar con otros. Porque si los miembros de un equipo de trabajo están en competencia entre sí, es como pegarse un tiro en el pie, es imposible avanzar. Esto que puede parecer un poco naif, sobre todo en este contexto de polarización y guerra política constante, es muy importante. Estoy convencida de que si no se genera en el interior de los ministerios cierto nivel de bienestar en el trabajo es imposible llevar adelante los cambios necesarios en el sistema. Siempre se le tira el fardo a los docentes sin mirar cómo se hacen las cosas en los ministerios. En un párrafo del libro digo que se espera de las escuelas que trabajan en función de indicadores, que armen proyectos, que coordinen entre sí, que se evalúen, cuando nada de esto hacen los ministerios.
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