lunes, 30 de marzo de 2020

De lo efectivo a lo aparente. Educación en tiempos de cuarentena

  en El Aromo n° 110/Novedades

El gobierno está dispuesto a sostener a cualquier costo el proceso pedagógico vía online. La pandemia puso al desnudo las condiciones reales de vida de la clase obrera y la situación concreta del sistema educativo. El Ministerio de Educación actúa como si los docentes y el vínculo pedagógico interpersonal fuera fácilmente reemplazable. Abre la puerta al socavamiento de derechos docentes y hace caso omiso de las condiciones de vida reales de quienes van a usar esos recursos: millones de alumnos en situación de pobreza.
Por Romina De Luca – GES
El diccionario define virtual como aquello que tiene existencia aparente y no real o que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente. Para clarificar, agrega que se trata de un uso en oposición a efectivo o real. Podrá decirse que no considera el uso “tecnológico” del término, pero bien se aplica a la realidad escolar actual. Las medidas para prevenir la propagación de la pandemia del Coronavirus (COVID-19) llegaron con muchas contradicciones a las escuelas. En primer lugar, el domingo 15 se suspendió la asistencia de alumnos a las escuelas de todo el país hasta el 31 de marzo aunque al momento del cierre de esta nota no se oficializó si la medida se extenderá a partir del 1º de abril. Esa primera medida no alcanzaba a docentes, docentes directivos, personal administrativo ni auxiliares. Todos debían continuar asistiendo para diseñar planes de contingencia y atender tareas administrativas. La determinación no sorprende si consideramos que tres días antes, Trotta se negaba al cierre de escuelas aduciendo una función social para el cuidado de niños. Alberto Fernández acompañó esa idea. La Resolución 108 dictada por el presidente establecía claramente que se mantenían “abiertos los establecimientos educativos” y en el inciso a) del artículo 1º que “durante el plazo que dure la suspensión de asistencia de estudiantes, el personal docente, no docente y directivo concurrirá normalmente a los efectos de mantener el desarrollo habitual de las actividades administrativas, la coordinación de los servicios sociales y las actividades pedagógicas que se programen para el presente período de excepcionalidad”. Bajo ese paraguas, luego cada provincia dispuso su propia forma de realizar la suspensión con continuidad: el modelo Kicillof con asistencia de todo el personal docente, el modelo Larreta con guardias rotativas (similar al personal mínimo de Entre Ríos), el acortamiento de la jornada laboral en 1 hora (como en Santa Fe). Solo la rebelión docente logró poner un poco de racionalidad a la medida que, por más guardia mínima que se establezca, multiplicado por 50.000 escuelas exponía a cientos de miles de compañeros multiplicados por sus familias. Si bien el aislamiento social obligatorio decretado el 20 abonó en ese sentido no se deja de presionar a directivos para que “asistan a las escuelas”, para que una guardia mínima atienda la entrega de alimentos y/o bolsones. También se multiplicaron los grupos de whastapp con supervisores, inspectores, directores y las indicaciones llegan a cualquier hora del día.
Cómo entender esos idas y vueltas. El gobierno está dispuesto a sostener a cualquier costo el proceso pedagógico vía online. El argumento oficial parece sencillo: si otros países lo hicieron por qué no nosotros. Conviene revisar, entonces, porqué al margen de las buenas intenciones de cientos de miles de docentes que hoy se reconvierten en “facilitadores” virtuales, la propuesta no opera en el vacío y está destinada a fracasar. Hay que analizar la realidad de millones de alumnos en todo el país y también los recursos con los que contaron las escuelas hasta el momento para, en palabras del gobierno, facilitar ese tránsito. Si queremos aprender algo de esta pandemia debemos prestar atención a este punto.
Conectados
En nuestro país, la creación de aulas laboratorio data de los años noventa. Fue bajo la presidencia de Carlos Menem, en el marco del Plan Social Educativo iniciado en 1993 y del Programa de Descentralización y Mejoramiento de la Enseñanza Media, lanzado un año más tarde, que se inició el abastecimiento de las escuelas con lo que se conocía como equipos multimediales: aulas con computadoras (los laboratorios informáticos), DVDS, televisores, videos y proyectores. Fueron esfuerzos “pioneros” de las políticas que se lanzarían años más tarde. Desde el 2000, la Campaña Nacional de Alfabetización Digital y el Programa Integral para la Igualdad Educativa retomarían la agenda digital diez años más tarde. La distribución de portátiles “1:1” para docentes y alumnos data de 2005 y tiene sus primeros pasos en programas provinciales: la Red Rionegrina de Educación Digital (2005) y Todos los chicos en Red (San Luis, 2007). El primero adoptó el formato de aula digital móvil y el segundo sí ya asumió la modalidad de uno a uno. El lanzamiento nacional de ese mecanismo de distribución de portátiles data de 2009 “una computadora para cada alumno” que se propagandizó y extendió un año más tarde como “Conectar Igualdad” para las secundarias. Algunos años más tarde y con menor masividad se lanzó Primaria Digital. También proliferaron planes de distribución provinciales como Sarmiento (CABA), Conexión Total (Córdoba), Política Pública de Educación Digital (Buenos Aires), Gurí Digital (Misiones) entre otros.
Según sus funcionarios, la panacea digital que el macrismo vino a arruinar. Pero los datos desmienten las ilusiones. En 2015, UNICEF publicó los resultados de la Encuesta Nacional sobre Integración de TIC en la Educación Básica realizada en una muestra representativa de escuelas durante 2013. Los resultados mostraban que solo el 52% de las escuelas primarias tenían acceso a internet para docentes y estudiantes mientras que en las secundarias la cifra ascendía a 61%. Números globales que empeoran si se mira por tipo de gestión: en las escuelas estatales tenían internet solo el 36% de las primarias y el 45% de las secundarias. Con un servidor escolar, que facilite la creación de plataformas propias contaba apenas un cuarto de las primarias y el 45% de las secundarias. Pizarras electrónicas apenas el 10% de las escuelas primarias y el 8% de las secundarias. De las que sí tenían servidor, casi la mitad tenía acceso a internet por cableado telefónico. Como si fuera poco, una cifra nada menor, un tercio de las escuelas primarias estatales, no disponen de computadoras ni para estudiantes ni para docentes.
Algunos años más tarde, las cifras no muestran gran avance. Según los datos del 2019, solo 18 mil escuelas públicas de todo el país estaban conectadas a Internet sobre un total de 49 mil escuelas. En total, las cifras sostenían que el 62% de la matrícula estatal disponía de algún tipo de conectividad (vía fibra óptica, coaxil, radioenlaces o tecnología satelital). La mayoría tiene una conexión de tipo red local que sabemos colapsa. Para tener un parámetro de medida, solo la provincia de Buenos Aires tiene 13 mil escuelas.
Ahora bien, la encuesta de 2016 también mostró cómo ocurría ese proceso de integración de las TICS en la cotidianeidad escolar. Argentina no se salía del parámetro latinoamericano medio: la generalización de los laboratorios informáticos. Así, los alumnos tenían que trasladarse a un aula especial para hacer uso de las computadoras lo que implicaba horarios pautados y prefijados y el amontonamiento de más de un alumno por computadora. En las escuelas primarias, solo un 13% tenía las computadoras integradas al aula y un 10% más contaba con un sistema mixto (integración más laboratorio) mientras que en las secundarias era de 23% y 20% respectivamente. Para peor, al cruzar todas esas condiciones estructurales con las características socioeconómicas de la población encontraron que el acceso a internet se ubicaba entre el 47% y 41% en las escuelas con más de la mitad de la población con Asignación Universal por Hijo (AUH). A su vez, la encuesta mostraba que sobre el total de alumnos encuestados que asistían a escuelas estatales, el 38% no disponía de internet en su domicilio.
¿Y los docentes? Bien, gracias. Según la encuesta complementaria que se realizó en las pruebas Aprender 2016, más del 90% de los docentes encuestados cuentan con computadoras en sus hogares. Pero a contramano del mito oficial, ese patrimonio no resulta de una política estatal: solo 4 de cada 10 manifestaron ser provistos por una notebook oficial (más del 67% de los docentes de secundaria y casi el 24% de los de primaria). El mismo Tedesco (ex ministro de educación) reconocía que para el nivel primario se había privilegiado la política de “aulas móviles” y no de dotación de equipo individual ni para docentes ni para estudiantes. En general, la mayoría de los docentes tiene conexión a internet, en la primaria la cifra de los docentes sin internet trepa al 18% de los estatales. Casi en su totalidad, los docentes tienen celular, pero, en 2016, un tercio de los del nivel primario disponen de smartphones mientras que en secundario la cifra asciende a casi el 60%. Entre los estudiantes, el acceso a celulares también está masificado en secundaria, pero es sustantivamente más bajo al finalizar la primaria donde un tercio de los alumnos de escuelas estatales no los tienen y como vimos más arriba tampoco fueron dotados necesariamente de una tablet o notebook. En la escuela secundaria un 15% de los alumnos de escuelas estatales no tiene computadoras en sus casas. En cambio, en la primaria 1 de cada 3 no tienen ninguna computadora disponible en su hogar siendo más alta esa carencia en las escuelas estatales donde casi el 40% de los alumnos carecen de computadoras en sus casas. Además, el 35% de los alumnos de secundarias estatales no tienen acceso a internet en sus casas y esa cifra trepa a casi el 45% en las primarias. El estado de las escuelas no era mucho mejor para garantizar el acceso: en 4 de cada 10 escuelas estatales la conexión es lenta e inestable. Además, el 36,8% de los establecimientos estatales se conecta a Internet mediante señal de celulares, por vía satelital o bien a través de otras modalidades que suelen aportar un menor ancho de banda.
Además, cuando se le preguntó a los alumnos de primaria para qué usaban las distintas herramientas tecnológicas. La respuesta no alienta: solo el 42% manifestó que lo hacía para buscar información para la escuela y un 33% para estudiar temas “de la escuela”. En las secundarias, la cifra es bastante mayor: el 70% busca información para la escuela y el 48% estudia para algún tema escolar. Aunque, solo un cuarto de ellos dice hacerlo una vez por semana mientras que el 56% apenas una vez al mes. Solo el 35% reportaba usar la computadora como herramienta para escribir algún trabajo semanalmente. Tres de cada diez estudiantes manifestaron que en sus clases nunca se integró la tecnología tanto en escuelas primarias como secundarias.
Entonces, siguiendo los datos de los que dispone el Ministerio, un 15% de los estudiantes de secundario y un tercio de los de primaria no tienen computadoras. Supongamos que tienen celular porque en efecto muchos lo tienen. El 35% de los de secundaria no tiene internet en su casa y en primaria la cifra asciende a 45%. Toda esa masa de alumnos no podrá seguir los planes de contingencia, ni visualizar las plataformas escolares. Tal vez por ello, el Ministro Trotta anunció que en la segunda semana de suspensión se habían producido apenas un ingreso de 1.4 millones de visitas y 2.5 millones de sesiones iniciadas. Número más que modesto si se considera que el sistema tiene 900.000 docentes y 11millones de alumnos. Los que ingresaban, lo hicieron mayoritariamente desde un celular: casi el 70%. También distintas provincias explicitaron la necesidad de apoyo familiar en estas nuevas tareas, pero ¿quiénes son esas familias?
Acompañados
La idea de seguir aprendiendo durante la cuarentena presupone que la familia deberá acompañar y varias provincias así lo hicieron saber. Existen múltiples ejemplos de ello: parte de las plataformas requieren acceso por parte de los padres y/o su ayuda para “descolgar y colgar” la información, porque las actividades se envían por email con copia a los padres para evitar contactos de “adultos” docentes por redes a menores o, en una no menor cantidad de situaciones, se contacta directamente a los adultos para que gestionen las actividades con ellos. Para empezar, veamos entonces las condiciones de esos padres.
Las pruebas Aprender 2016 evidenciaron que casi el 15% de madres/padres de niños de primaria tenían únicamente la escuela primaria completa. Para el nivel secundario, en promedio, más del 7% de las madres/padres tiene primaria incompleta y otro 11% la primaria completa. Con secundario incompleto se ubican el 22% de madres y padres de primaria y el 19% de la secundaria. Ese es el capital cultural con el que podrán ayudar, acompañar, guiar a sus hijos en el proceso escolar. No solo se trata de la posibilidad de “acompañar”. Distintos estudios muestran que el nivel educativo de madres o padres determina que en estos hogares existe el triple de chances de tener privación de, por lo menos, un derecho básico y fundamental. Pero de esto nos ocuparemos luego. A su vez, sabemos que el hacinamiento en las escuelas nunca es bienvenido pedagógicamente hablando y también habla de las “pericias” con las que van a partir los alumnos para desarrollar su tarea de forma autónoma. Bien, mientras están en clases, más del 30% de los alumnos de primaria se encuentran en aulas con más de 35 alumnos y en secundaria la cifra es similar: 29%. Resulta importante destacar que en toda la literatura experta analiza ciertos factores como posibles condicionantes del aprendizaje, cuyo grado de impacto, se debe medir: factores familiares, desarrollo infantil (lo que implica desde la nutrición hasta la estimulación preescolar), nivel económico-social del hogar, nivel educativo de madre/padre, capital humano de los alumnos, capital de las escuelas (tanto físico, humano y social), efecto del aula o también llamado “misterio del aula” y los factores institucionales. Para el caso argentino, los informes oficiales encuentran que el nivel socioeconómico influye a nivel colectivo y no individual, que la educación de los padres condiciona positivamente la educación y el rendimiento del niño, que el contexto socio-geográfico de la escuela influye también en los desarrollos. Del mismo modo que embarazos, maternidad/paternidad de los adolescentes incidía en su trayectoria individual al igual que el ausentismo. Las tutorías también apuntalaban el desarrollo. Es decir, mientras están en la escuela un tercio de los alumnos están hacinados, lo que dificulta per se la tarea pedagógica. No podrán suplir esa carencia con ayuda familiar: entre el 15% y el 18% de las familias tienen el mismo nivel educativo que sus hijos. Difícilmente puedan ayudarlos. Por si hiciera falta, solo un tercio de los directivos de escuelas creen, según distintas encuestas, que la tecnología puede ayudar mucho aún si no hubiera acompañamiento familiar.
Transcurridas casi dos semanas de suspensión, las pruebas se acumulan. Los planes de contingencia no se cumplen. Las metas puestas por miles de docentes para la entrega de actividades evidencian que un número minoritario de alumnos está pudiendo entregar sus tareas en tiempo y forma. Testimonios de muchos padres grafican la situación: mi hijo solo tiene celular y no computadora y no puede entregar, no comprende la tarea o no puede resolverla. Estos relatos se acumulan en blogs de las escuelas y nos golpean en la cara. Esa misma frustración aparece en decenas de miles de estudiantes de escuelas para adultos quienes requieren un alto acompañamiento docente en su cotidianeidad escolar y se enfrentan a los mismos dilemas azuzados por años de desescolarización.
¿Y cómo viven?
La continuidad del proceso pedagógico online no solo se encuentra limitada por los recursos disponibles en las escuelas -incluyendo el grado de creación de plataformas y blogs escolares- o aquellos entregados a los alumnos sino también por las condiciones de vida de esa población.
Empecemos por la posibilidad técnica de continuar online. En 2018, en la VII Asamblea de la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL) se reconoció que: el 30% de los argentinos no tiene acceso a internet y el 40% que lo tiene no sabe cómo usar la red. Además, en el 70% del territorio, donde vive el 30% de los argentinos, no hay acceso a internet o el acceso es de mala calidad. Para el tercer trimestre de 2019, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) especificaba el grado de penetración de internet fija cada 100 hogares. Los datos grafican la desigualdad con la que se llevará a cabo la mentada continuidad pedagógica: Buenos Aires, 70 casi igual que Córdoba y Santa Fe; entre 50 y 65 hogares cada 100, en Entre Ríos, Neuquén, Río Negro y Santiago del Estero; entre 40 y 50, Chubut, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta; menos de 40 y en general en el rango de 30, Catamarca, Chaco, Corrientes, Misiones, Formosa, San Juan, Santa Cruz, Tucumán. Solo La Pampa, CABA superan los 77 y 112 hogares cada uno[1]. Luego del lanzamiento de la cuarentena, el Ente Nacional de Comunicaciones sinceró el estado general de esa “penetración” y recomendó un uso racional de internet para evitar un colapso privilegiando el home office y las tareas educativas.
Según los datos de la UNICEF de marzo de 2019, el 42% de los niños de todo el país son pobres y de esos casi un 9% indigentes, es decir, no llegaban a cubrir siquiera la canasta alimentaria. Un tercio de ellos, viven en hogares monoparentales (sostenidos por mujeres centralmente) mientras otro tercio se encuentra en grupos familiares extensos. La mitad de todos los niños del país sufre, por lo menos, una privación en lo que el organismo considera “derechos básicos y fundamentales”. Para tener alguna medida concreta, se narran testimonios concretos: “un kilo de azúcar me dura un día y medio” relata una madre de seis hijos, otra agrega “al mediodía comemos lo que consigue mi marido, y a la noche si no encontró, hago alguna sopita, una tira de pan, algo comemos”. Sus dietas se componen básicamente de harinas y azúcar, depende de los bolsones repartidos, en condiciones normales, por el gobierno. Los médicos municipales entrevistados contaban que se había incrementado el número de familias que recurría a los basurales como principal “comedor”. Las gastritis y diarreas aparecen como los trastornos de salud crónicos. En ese cuadro de carencia de alimentos, los adultos saltean una comida casi siempre la cena, que se reemplaza por un mate cocido azucarado. “Niños, niñas y adolescentes manifestaron “sentir hambre”, de forma somática, la cual se expresa en trastornos del apetito, dolores de cabeza, entre otros”. Obesidad infantil y desnutrición son los resultados espejados de esas carencias. Además, producto del déficit habitacional alergias respiratorias, afecciones dermatológicas, cuadros respiratorios y migrañas están a la orden del día. También los profesionales de la salud detectaron ascenso en los déficits de atención de niñas y niños. En relación específica a las escuelas de las zonas donde se realizó el estudio, los referentes entrevistados denunciaban escasez de material didáctico, útiles y equipamiento. Por eso, se concluía que las escuelas estarían gestionando cada vez más problemas de escasez y precariedad, con menos recursos, programas y dispositivos. Además, los centros de atención comunitaria narraban que “la inflación nos está comiendo la plata, está difícil, a veces sacamos las lentejas, o la lavandina, o el arroz o el papel higiénico”. Una postal capitalista cotidiana dónde se priva de lo básico a la mayoría al calor que esas privaciones enferman normalmente de causas evitables. No hace falta decir que este cuadro se exacerba en contextos de pandemia.
¿Quiere un dato menos “impresionista”? Según el Relevamiento Nacional de Barrios Populares que se realizó en 2017 en Argentina hay 4.228 barrios populares.[2] En ellos viven cerca de 800.000 familias y un total de 3 millones de personas, el equivalente a todos los habitantes de Córdoba o Santa Fe. ¿Qué define técnicamente a un barrio popular? La aglomeración de más de ocho familias y la carencia en el acceso a más de un servicio básico: agua, cloacas, gas, luz. La Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires concentran al 60% del total de familias que viven en asentamientos (10% y 50%, respectivamente). De esos “barrios populares” casi el 75% son asentamientos y el 20% villas. Nadie con sentido común puede suponer que eso se generó bajo el macrismo, pero, para desconfiados, en promedio asentamientos y barrios tienen una antigüedad de 28 años.
¿Continuar el proceso pedagógico en casa? El 61% tiene conexión irregular a electricidad y poco más del 1% no dispone siquiera de servicio eléctrico. De los que sí tienen luz, la prioridad no es el uso educativo: cargar bombas de agua o calefaccionar los ambientes son los principales usos que saturan, además, la red. El 96% no tiene agua de red ni cloacas y el 64% accede a través de conexiones irregulares que se contaminan sistemáticamente. Pero ¿tienen internet? Solo un 17% tiene acceso fijo, el 55% lo hace a través de celulares y el 15% no tiene ningún acceso. En provincias como Salta, el 48% de las familias que viven en estos barrios no tienen ningún tipo de acceso a la red.
Ya ni hablemos del agravamiento de todos esos indicadores en el contexto actual y de los laborales en particular. Casi 5 millones de trabajadores lo hacen en negro. La mayoría con familias a cargo a las que deben “acompañar pedagógicamente” mientras piensan como consiguen qué comer día a día y tampoco pueden salir a changuear en cuarentena. A los que podemos sumar otro 12% más de desocupados “oficiales” cifra que rápidamente se duplica si sumamos, por ejemplo, todo el subempleo o los desalentados que no son considerados desocupados. Por qué no, agreguemos a los que están fuera de la escuela: dos de cada tres jóvenes que ni estudian ni trabajan son mujeres y se dedican a tareas de cuidado familiar. Mientras por lo menos 500.000 adolescentes en edad escolar no asisten a la escuela, de los que sí lo hacen, solo la mitad egresa. La otra mitad, no será alcanzada por ningún plan de contingencia escolar sencillamente porque no están en la escuela.
Un vínculo irremplazable
La pandemia puso al desnudo las condiciones reales de vida de la clase obrera y la situación concreta del sistema educativo. Décadas de degradación en las condiciones de vida y educativas de la mayoría de la población. El Ministerio actúa como si no fuera parte del problema y como si no fueran ellos -como representantes de una clase social- los que nos gobiernan hace décadas. Mira al costado y supone que puede resolver en tres días lo que no hizo en años. Aunque sea irrealizable vamos a convencernos de que todo continúa. Cierto es que la predilección por la virtualidad, la semi-presencialidad, las tutorías y los docentes como facilitadores son una construcción de vieja data. Forma parte de la agenda Educación 2030 y de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible. A nivel local, ya la Ley de Educación Nacional fijó que la necesidad de desarrollar competencias necesarias para que los estudiantes dominen los nuevos lenguajes producidos por las tecnologías de la información y la comunicación. Nadie podría estar en desacuerdo. Pero esa meta se inscribe en una situación concreta: las escuelas carecen de recursos, aunque la Ley se hubiera comprometido a “generar las condiciones pedagógicas”.
Por ahora, la cuarentena generalizó una receta: la distribución de actividades a los alumnos para que éstos autónomamente gestionen el proceso de enseñanza-aprendizaje por su cuenta. Si tienen una familia que pueda acompañarlos, mejor. El éxito de esta empresa debe ponerse en contexto no solo de la realidad material de millones de alumnos sino también de las competencias educativas propias que ya conocemos. Un tercio de ellos, no alcanzan competencias mínimas. Un tercio de ellos, por más que lo deseen no tienen condiciones para continuar con el proceso educativo: no tienen ni internet, ni computadoras. Tampoco se pueden concentrar porque no comen y la situación actual acentuará esa carencia.
Como si fuera poco, el Ministerio de Educación actúa como si los docentes y el vínculo pedagógico interpersonal fuera fácilmente reemplazable. Sobre este punto, recordemos que en la Conferencia sobre Inteligencia Artificial se destacó que “si bien la inteligencia artificial ofrece oportunidades para apoyar a los docentes en sus responsabilidades educativas y pedagógicas, la interacción humana y la colaboración entre los docentes y los educandos deben seguir ocupando un lugar esencial en la educación”. Para que no queden dudas, se estableció “los docentes no pueden ser desplazados por las máquinas” y se invitó a “velar porque sus derechos y condiciones de trabajo estén protegidos”.[3] En el mismo sentido, se reconocía que los docentes necesitaban capacitaciones para dotarlos de las competencias necesarias y que ello debía formar parte de una agenda de políticas públicas sistemáticas.
Entramos en un camino borrascoso. Mientras la implementación de la doble jornada en todas las escuelas del país aguarda tras 14 años, tal vez los funcionarios descubran que “las plataformas” sean una vía para alcanzarla. Mientras tanto no solo se abre la puerta al socavamiento de derechos docentes, sino que también se hace caso omiso de las condiciones de vida reales de quienes van a usar esos recursos: millones de alumnos en situación de pobreza. Casi la mitad de todos los niños. Por eso, hoy más que nunca, sí, estamos en guerra. Pero contra este sistema social.

[1] https://datosabiertos.enacom.gob.ar/dashboards/20000/acceso-a-internet/
[2]Para el 2016, la Organización Techo que realizó su relevamiento junto a la CTEP, Cáritas y Barrios de Pié-CCC con financiamiento de la Jefatura de Gabinete a través de la RENABAP se contaban en todo el país 3.826 asentamientos informales.
[3]UNESCO: Educación 2030. Consenso de Beijing sobre Inteligencia Artificial y Educación, 2019, p. 32. Disponible online en:  https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000368303

viernes, 27 de marzo de 2020

Cómo enseñar y aprender durante la suspensión de clases

Pedagogos e investigadores debaten sobre la situación que enfrentan maestros, alumnos y padres

Los especialistas consultados por PáginaI12 destacan la rápida respuesta del Estado y de los docentes para sostener la continuidad pedagógica. También marcan las cuestiones que no se pueden reemplazar sin la educación presencial y los problemas derivados del desmantelamiento del Programa Conectar Igualdad.
Fuente: Página 12

Antes de decretar el "aislamiento social", una de las medidas de mayor impacto que tomó el Gobierno para evitar la propagación del coronavirus fue la suspensión de clases para todos los niveles educativos. En diálogo con PáginaI12, docentes y expertos en educación debaten sobre cómo se puede intentar garantizar la continuidad pedagógica a través de herramientas digitales, sus limitaciones, y los efectos sociales que esta decisión podría tener sobre los niños y niñas, en particular en los sectores populares. Los consultados destacan la rápida respuesta institucional y de los maestros, así como marcan las cuestiones que no se pueden reemplazar y los problemas derivados del desmantelamiento, bajo el gobierno anterior, del Programa Conectar Igualdad.
"Resulta muy difícil prever el impacto que tendrá la suspensión de clases porque es una medida muy nueva en todos los sentidos", comienza explicando el doctor en Educación Pablo Pineau. "En primer lugar, porque es una decisión que nunca se formuló a este nivel. Tenemos un recuerdo cercano hace 10 años con la Gripe A, que se dio muy cerca de las vacaciones de invierno, y que quedó en la memoria como un año en el que se perdieron 15 días de clases (algo que lamentablemente en la historia de la educación argentina no es tan raro). Este caso es distinto porque no sabemos cuánto va a durar. En segundo lugar --sigue Pineau, profesor en la Escuela Normal Superior Mariano Acosta--, nos encontramos con que la decisión se da en un contexto de clarísima virtualidad de la enseñanza. Hay un encierro físico que no viene acompañado de un encierro cultural. Esta presencia digital a nivel educativo abre las puertas a ciertas fantasías tecnocráticas que plantean que la enseñanza virtual va a poder dar respuesta absoluta a la cuestión de la suspensión de las clases presenciales", plantea, poniendo en duda la factibilidad de este "reemplazo".

Estrategias virtuales
"Yo no lo pensaría en términos de reemplazo, sino que son herramientas que contribuyen a que buenas decisiones pedagógicas puedan implementarse en espacios remotos", argumenta la politóloga Patricia Ferrante, coordinadora digital de la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe), destacando el rol que las herramientas virtuales y tecnológicas pueden cumplir frente a un nuevo contexto de "excepcionalidad de la escolaridad". "La rutina y la cotidianidad se detuvieron, se pusieron entre paréntesis, y nos encontramos en una situación en la que se tiene que aprender este nuevo modo de escolaridad sin presencialidad. Y las escuelas están pensando distintas estrategias: los maestros y maestras están mandando actividades, ya sean tareas enviadas por mail, videos caseros o contenidos que se comparten a través de los campus virtuales".

Las tecnologías virtuales, agrega Ferrante, "ya existían en las escuelas, lo que hay que resolver es el espacio de puesta en común, ese 'juntos' que quedó suspendido y que hay que ver cómo sostener. Podemos quejarnos un año entero del chat de mamis y de papis, pero en muchos casos es la principal forma a través de la cual circulan los textos". "Las escuelas están ya pensando estas estrategias, y lo hacen siempre con una decisión institucional detrás que habla muy bien del sistema. No es que cada docente hace lo que quiera, sino que hay mucha presencia del Estado que interviene para pensar cómo sostener estas semanas de cuarentena", explica la politóloga, a la vez que destaca la implementación de programas que ayudan a "dar continuidad a los aprendizajes en este momento de excepción", como el plan Seguimos Educando.

La respuesta institucional
En este sentido, las y los especialistas consultados por PáginaI12 coincidieron en resaltar la rapidez institucional del Ministerio de Educación en particular, y del Estado en general, no sólo a la hora de suspender las clases, sino también al insistir en la continuidad pedagógica y en el "continuar haciendo cosas" a pesar de la cuarentena. "Hubo una rápida respuesta institucional tanto por parte de los maestros como del Estado. Y creo que la rápida respuesta de los primeros tuvo mucho que ver con la rapidez del segundo, porque el Estado no es que se desentendió y dijo 'vean qué hacen', sino que les aseguró a los docentes que lo que hicieran iba a estar respaldado por el poder central. Y así uno, como docente, no es que se siente un héroe romántico luchando contra las adversidades, sino que es parte de un proyecto colectivo que intenta hacer algo", afirma Pineau. A su  vez, destaca la decisión de mantener abiertos los comedores de las escuelas para que los chicos y las chicas puedan sostener su alimentación. 

Desigualdades en el acceso
Sin embargo, a pesar de las oportunidades que puedan representar la tecnología para garantizar la continuidad pedagógica, en un país en el cual la mitad de los niños y niñas son pobres, la suspensión de las clases impacta de manera diferente en algunos sectores. "La 'continuidad pedagógica' depende de la realidad de la casa en la que se resida. Si el pibe no tiene computadora o acceso a internet, por más que querramos buscar mecanismos de conexión, no los va a conseguir. En algunos casos podrá funcionar, pero esto, como siempre, va a terminar golpeando a los más vulnerables", advierte Luz Ayuso, doctora en Educación y docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
"Las realidades de los pibes de nuestro país son muy distintas, tanto tecnológica como cultural y económicamente. En muchos casos, además de no contar con la tecnología que necesitan, las familias no cuentan con el capital cultural que les permita acompañarlos y ayudarlos con la tarea", explica Ayuso. La situación, agrega, se complica en muchos casos por la carencia de recursos básicos, comida o agua potable. 

Para Ayuso, la situación actual sería otra si el gobierno anterior no hubiera discontinuado el Plan Conectar Igualdad: "Ese programa implicaba saber que en cada casa había una computadora a través de la cual los alumnos podrían conectarse con las maestras. Era una presencia muy concreta del Estado en la vida de los pibes que, lamentablemente, fue desmantelada durante los últimos cuatro años. La democratización del conocimiento que proponía el plan Conectar Igualdad, y que podría haber sostenido esta situación, hoy no está porque lo desmantelaron. Hoy tal vez la realidad podría haber sido distinta". 

Informe: María Cafferata.

jueves, 12 de marzo de 2020

La Educación Inicial en Argentina. Entrevista a Jennifer Guevara. Boletín de novedades educativas N°105

fuente: https://www.fundacionluminis.org.ar/

La educación inicial es un punto de partida nivelador de condiciones  para los niños y niñas de nuestra sociedad, más aún en un país con un 50% de la población menor de 14 años en condiciones de pobreza. Sobre esa base el CIPPEC y UNICEF  produjeron el informe  Mapa de la educación inicial en Argentina. En Educación Hoy, nuestro espacio radiofónico en formato podcast,  entrevistamos a una de sus autoras, la Dra Jennifer Guevara, quien desarrolla el estado de situación, problemáticas y líneas de acción para ese nivel educativo.
Jennifer Guevara es Doctora en Educación y Licenciada en Ciencias de la Educación (Universidad de San Andrés). A su vez, es Investigadora Asociada del Programa de Educación de CIPPEC y Rising Talent Fellow  en la Dublin City University.

El podcast completo puede escucharse aquí:
A continuación algunas de las principales preguntas:
-Fundación Lúminis:- ¿En qué estado se encuentra la educación inicial en la Argentina?  En ese sentido CIPPEC y UNICEF realizaron un Mapa de la Educación Inicial en la Argentina.
-Jennifer Guevara:- Hace ya casi 3 años, nos propusimos entre UNICEF y CIPPEC, elaborar un Mapa de la Educación Inicial en la Argentina. El objetivo fue mapear todo aquello que hay en materia de educación inicial en 3 dominios diferentes:
  1. La oferta para los más chicos, es decir los jardines maternales y de infantes.
  2. La regulación y la normativa; por ejemplo,cuántos niños por adulto tiene que haber en un salón de primera infancia, cómo tienen que ser las ventanas, qué posibilidades de acceso deben tener al espacio exterior. Esto también incluye al currículum, dado que  es parte de la regulación, porque que define qué experiencias de aprendizaje se espera que los chicos tengan en esos espacios.
  3. La formación y las condiciones de trabajo de los docentes.
En relación a esos 3 dominios observamos que hay muchas buenas noticias y también muchos desafíos y cuestiones a pensar. La buena noticia es que el nivel inicial avanzó mucho en los últimos 15 o 20 años. Hoy en día podemos decir que prácticamente todos los niños del país acceden a un jardín de infantes a los 5 años.  Eso es muy importante, porque no es algo que ocurría, ni que ocurre en todos los países de América Latina. Es un muy buen indicador. Otra buena noticia es que hay muchos más chicos que antes que acceden a la sala de 4. Un 80% de los niños, a nivel país, tienen posibilidad de estar en un jardín a los 4 años. En la sala de 3 esto se da menos porque asiste alrededor de la mitad de la población. Con muchísimas disparidades muy poquititos niños acceden a las salas maternales de 45 días, uno  y dos años. Ahí vemos muchos avances, pero también mucho para trabajar. Sobre todo en términos de distribución. Los  niños de menor edad cuyas familias tienen menores ingresos y viven más lejos de las grandes ciudades y centros urbanos tienen muchísimas menos probabilidades de acceder a un centro maternal o un jardín de infantes.  Incluso por esas tres poquitas horas que brinda el jardín.
Solo un 1% de toda la oferta del país brinda jornada completa.  Eso es muy poquito en relación a  los chicos que efectivamente la necesitan.
En cuanto a la regulación vemos también enormes avances, porque hoy en día todas las provincias tienen un currículum actualizado para el jardín de infantes y no así para el maternal. Es decir que sabemos lo que se espera que pase desde los 3 a los 5 años., pero no siempre para los niños más pequeños de 45 días a 2 años. Ese es un foco en el que creemos que debe ponerse bastante atención.
Por otra parte, los docentes están muy actualizados.  Cuando uno mira los diseños  curriculares para la formación de los docentes del nivel inicial vemos que el  Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) ha hecho un gran trabajo en actualizar, alinear y amalgamar el modo en que se forman los docentes para el jardín. Así mismo esto convive con mucha sectorialidad, ya que los docentes se forman fuertemente para trabajar en el sistema educativo y no en los diferentes contextos donde se encuentran los niños más chiquitos.  Además, se pone un fuerte foco en la función de enseñanza, pero mucho menos en la función de crianza y cuidado, ya que tendemos a pensar que esas no son funciones de la educación inicial. Si queremos atender y recibir a todos los chicos necesitamos ocuparnos de las tres dimensiones, y ese es un desafío para pensarlo a futuro.
-FL:- El 50% de los chicos de 0 a 14 años está en situación de pobreza. ¿Por qué la educación inicial es tan importante para atacar este problema?
-JG:-  La educación inicial no resuelve el problema agudo que tenemos en la Argentina de concentración de la pobreza en los más chicos. Eso se traduce en que uno de cada dos niños son pobres. Pero este nivel educativo sí es una pieza de un sistema, de un eslabón de políticas y de una cadena prestacional que empieza desde el momento en que hay una persona gestando hasta el momento en que los niños ingresan a la escuela primaria (incluso un poquito más). Podemos pensar que  esos primeros cinco años  son fundamentales en la vida de las personas, porque en ese período los chicos tienen un desarrollo de sus habilidades en todos los sentidos: motores, emocionales y sociales. Cuando nacemos, lo hacemos en familias con recursos y capacidades muy diferentes, como así también de acceso a prestaciones del Estado muy dispares, por lo que algunos acceden a muchos recursos y otros a unos pocos.
La educación inicial, y todas las prestaciones de esos primeros años, tienen la posibilidad de achicar esas diferencias, mantenerlas o incluso agrandarlas.  Cuando ese sistema y cadena prestacional no es pensada de manera adecuada, y con criterios de equidad, se agrandan esas diferencias existentes. Entonces, al momento en que los chicos entran en la escuela primaria, las diferencias son tan grandes que es muy difícil de revertirlas. Si pensamos en todas esas políticas, y las concentramos en los  primeros 5 años, tenemos posibilidades de achicar las diferencias y que los niños y niñas comiencen  su escuela primara y su infancia, ya no tan temprana, con muchísimas posibilidades de mejorar sus condiciones de vida.
-FL:- ¿Cómo se vincula el propósito de la educación inicial  con las características del contexto local de los alumnos y sus necesidades, que a su vez están presentes en las familias?
-JG:-  La escuela, como formato, suele tener muchas dificultades para vincularse con el contexto local, la realidad y las tradiciones de las familias y comunidades alrededor de la escuela. Pero la educación inicial necesita hacerlo, no es que puede elegir en ese punto. La única manera de trabajar con los más chicos es compartir estas funciones. Hay muchas cosas que pueden hacerse desde la esfera de la práctica, pero también desde la esfera de la organización institucional. En la práctica, los docentes muchas veces efectivamente lo hacen. Charlan con las familias y piensan cuáles son los hábitos de alimentación que tiene un chico en su casa, y cómo los pueden combinar con lo que ofrecen desde el jardín. Esto también se trabaja desde  la organización institucional; por ejemplo, cuando los jardines tienen un horario de ingreso fijo, a las 8 de la mañana, y un horario de salida fijo, a las 11 de la mañana, esto tiene muy poquitas posibilidades de vincularse con las realidades de la mayoría de las familias de la Argentina, donde las mujeres necesitan y quieren salir a trabajar. Entonces, una franja horaria de 3 horas no les permite vincularse con esa realidad y posibilidad. Así, también sucede con otras cuestiones, como el modo en el que se realizan las distintas actividades al interior de los jardines, y la forma en la que se le habla a los chicos. ¿En qué lengua le hablamos a los niños? ¿Es la lengua de la casa? ¿Es la lengua de su país?  Hay muchas cosas para pensar ahí, pero siempre la respuesta es  local y situacional por parte de cada institución.  Lo que hay que crear son las condiciones para que las instituciones puedan tomar esas decisiones y puedan realmente ofrecer soluciones específicas y situadas en la realidad de cada comunidad.
-FL:- ¿Eso implica un grado de autonomía por parte de esas instituciones para poder definir ese tipo de estrategias?
-JG:-  Eso implica algún grado de autonomía y alejarse un poco del formato estanco que hay en la escuela. Un formato que está muy asociado a pensar en cómo funciona la escuela primaria. El nivel inicial y la primaria son muy diferentes. El nivel inicial necesita estar enraizado en el territorio. Eso tiene que ver no solo con la realidad de las familias, sino también con las necesidades  de los chicos.  Mientras más chicos son, más multidimensionales son sus necesidades.  Por eso, creemos que debemos  pensar a los jardines y todas las ofertas de primera infancia, al igual que todos los espacios de crianza, enseñanza y cuidado,  como instituciones integrales que ofrezcan enseñanza, pero que también ofrezcan servicios de salud, prestaciones de desarrollo social, y que permitan realmente responder a los desafíos y las necesidades de los chicos en cada contexto. Sabemos que hoy la mitad de esos niños son pobres en la Argentina. Por eso, pensar la educación inicial para el territorio, implica entender que ese 50% tiene,  además de la enseñanza,  necesidades de crianza, cuidado, salud y desarrollo comunitario y social.

“La calidad de la educación en un enfoque competencial”

Bienvenido sea el controvertido término de las  “competencias básicas” , entendidas como capacidades holísticas e integrales, como conjuntos...