lunes, 26 de junio de 2023

PANTALLAS EN LAS AULAS, UN COMPLEJO DEBATE

 El anuncio sueco de que retirarán tecnología de las aulas por los malos resultados del alumnado abre el debate: ¿cuán buena es la educación digital? Los estudios apuntan que las pantallas no mejoran las destrezas educativas tradicionales, pero se consideran inevitables su presencia en los colegios.

José A. Cano

Hace unos días, la ministra de Educación sueca, Lotta Edholm, anunciaba que iba a echar el freno de mano en la progresiva digitalización educativa del país. Sin entrar en detalles, más como declaración de intenciones, señalaba la alarma en el gobierno del que forma parte por los malos resultados del país en el Informe PIRLS, un estudio similar al célebre PISA de la OCDE. Según sus conclusiones, en los últimos cinco años la capacidad de comprensión lectora de los niños suecos había pasado de un nivel alto a intermedio, un resultado quizás no catastrófico pero si preocupante para sus estándares habituales.

El PIRLS, conocido así por sus siglas en inglés, es el Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA), una prueba que evalúa la comprensión lectora de los alumnos en 4º de Primaria. El PISA, mucho más conocido en España, mide además de la comprensión lectora las habilidades básicas en ciencia y matemáticas. Desde 2013, Suecia y sus vecinos nórdicos vienen registrando cada vez peores resultados en el mismo, cuando a comienzos de siglo eran referente europeo. Incluso en 2020 el diario Expressen destapó un escándalo de fraude: las autoridades educativas habían intentado falsear los resultados suecos de 2018.

Todavía es pronto para valorar los efectos que tendrá la reforma sueca, como coindicen las expertas con las que hemos hablado. Antes, habría que conocer los detalles concretos de esta «desescalada digital» en el aula. Isabel Dans, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela e investigadora en Didáctica y Educación Digital, explica que «existe una corriente en pedagogía que empieza a alzar la voz sobre la necesidad de la escritura a mano y la lectura tradicional. En los centros educativos españoles hay una demanda de regreso al texto, niños y niñas que dicen: «Profe, es que estudio mejor en papel». Es una realidad, aunque no se diga mucho, porque parece que es como pedir dar marcha atrás en una inversión tan grande con la que ha hecho estos años en herramientas tecnológicas».

Isabel Dans: «No estoy a favor de retirar los medios tecnológicos de las escuelas, pero hay que tener en cuenta que quizás no sirvan para el aprendizaje de la escritura y la lectura tradicionales»

La pedagoga se muestra prudente con lo anunciado en Suecia y duda que las declaraciones de la ministra de Educación se traduzcan en una posición maximalista. La mayoría de expertos, asegura: «nos encontramos en una posición intermedia, que no es de todo o nada. Eso implica admitir que se puso mucha confianza en la digitalización y pese a ella muchos problemas educativos no han mejorado, pero que no podemos eliminar toda la tecnología del aula». Eliminar completamente las pantallas «también tendría sus problemas», indica Dans. «Necesitamos educar en saber usar las pantallas, invertir en ética y en cuidado digital, porque lo digital está en todas partes y lo que no se enseñe en la escuela se aprenderá fuera. No estoy a favor de retirar los medios tecnológicos de las escuelas, pero hay que tener en cuenta que quizás no sirvan para el aprendizaje de la escritura y la lectura tradicionales», señala.

Dans recuerda que no existen estudios que liguen directamente los malos resultados en comprensión lectora a las pantallas, pero sí que dicen que no sirven para lo contrario. En 2015 la OCDE publicó el informe Students, Computers and Learning: Making the Connection. Este concluía que los países que habían hecho mayores inversiones en introducir la tecnología digital en el sector educativo no registraron mejoras evidentes en el rendimiento estudiantil. Es más, dicha investigación ya recomendaba asegurar antes un nivel básico en lectoescritura y matemáticas a la manera tradicional para crear igualdad de oportunidades en el entorno digital antes que introducir más herramientas tecnológicas en las aulas.

Ni siquiera dentro de la propia Suecia son nuevas estas críticas. La experta más importante en pronunciarse contra ciertos enfoques contemporáneos o el fetichismo tecnología la autonomía del alumnado es la pedagoga Inger Enkvist, autora, entre otros, de dos libros muy influyentes: La Educación en peligro (2001) y Repensar la Educación (2006). Enkvist fue durante años asesora del gobierno sueco y es conocida en España por haber traducido al sueco a autores como María Zambrano, Fernando Savater, Juan Goytisolo y Mario Vargas Llosa.

Julia Mañero: «El libro de texto y la tablet o la pizarra digital no son excluyentes, lo que hace falta es una convivencia armónica entre ambos»

La pedagoga e hispanista criticaba, más que la tecnología en clase, mucho menos común en 2001, los modelos educativos que rápidamente se empezaron a asociar a ella. Por ejemplo, la puesta en valor de la autonomía del alumnado por encima de unos objetivos de aprendizaje estandarizados. En 2017 se unió a estas críticas el profesor de la Universidad de Gotemburgo, Jonas Linderoth, quien sostuvo que el progresivo desplome de Suecia en informes como el PISA se debía a la mala aplicación de dichas políticas. Tal y como sigue afirmando a día de hoy, la libertad de aprendizaje, medios tecnológicos mediante, es útil para alumnos que ya tengan una base de conocimiento, pero no en los niveles más básicos, donde los métodos más tradicionales sigue siendo necesarios. Linderoth subrayaba como este modelo acaba sirviendo para aumentar las desigualdades y rebajar el nivel educativo general.

«El problema es que se criminalice el uso de la pantalla y se vincula a los resultados de estudios como el PIRLS o el PISA sin entender que son una herramienta, y su efectividad depende del uso que se les dé», explica Julia Mañero. Esta experta es profesora de Educación Artística en la Universidad de Sevilla y especialista en la postdigitalidad en el aula, un enfoque que propone no tanto esa «desescalada» sueca como «un aula híbrida, en la que siga existiendo el libro de texto analógico, pero también un uso crítico de las herramientas digitales, siendo conscientes de sus ventajas y sus inconveniente».

«Las herramientas tecnológicas de por sí no son innovadoras, sino su uso. Pueden favorecer la comprensión lectora… o puedes usar un libro de texto y conseguir el mismo resultado», explica. Duda también que la intención de Suecia sea «eliminar completamente lo digital del aula, por el momento en que vivimos. Sería desligar la educación de una sociedad que está completamente mediatizada y volcada en las pantallas». Si hay una evolución «más bien será hacia darles un uso consciente, sabiendo para qué las queremos, en una educación híbrida. El libro de texto y la tablet o la pizarra digital no son excluyentes, lo que hace falta es una convivencia armónica entre ambos».

Dans añade que en el caso de España en muchos centros «ya conviven la tablet y la libreta o el libro tradicional. Muchos profesores te contarán como el dibujo, el tacto, escribir a mano… ayudan al desarrollo, la memoria y la creatividad. Los medios digitales son útiles pero debemos combinarlos con la escritura a mano y la lectura tradicional. Aprender a ir en patinete eléctrico está bien, pero primero hay que saber caminar».

Ambas expertas coinciden en no incidir en la consabida «falta de formación del profesorado. Es responsabilizar a quien está en el aula de las políticas generales y además es un tópico que se usa siempre», afirma Dans. Además, «la formación que se da suele ser de cómo encender o apagar la herramientas, cuestiones técnicas, no de su uso pedagógico, no tiene sentido», añade Mañero. «Las pantallas son inevitables. Lo que es un error es vincularlas a aprendizajes más tradicionales sin valorar su utilidad», concluye Dans

miércoles, 14 de junio de 2023

La violencia en el universo educativo, un flagelo para el gobierno de Joe Biden

 

Hasta el 1 de junio hay registrados 61 incidentes con 20 muertos y 40 heridos a nivel nacional. Solo en los primeros cinco meses del año.


Las escuelas y universidades de Estados Unidos dejaron de ser seguras para sus estudiantes hace más de tres décadas. La lista de masacres es extensa y se actualiza en tiempo real. El 20 de abril de 1999 en Columbine, Colorado, dos jóvenes neonazis, Eric Harris y Dylan Klebold, asesinaron a 15 alumnos de entre 14 y 18 años, a un profesor y luego se suicidaron. La historia fue llevada al cine documental por Michael Moore en 2002. Desde ese momento – pasó casi un cuarto de siglo – los homicidios masivos en ámbitos escolares aumentaron de manera colosal. En lo que va de 2023, la organización Everytown for Gun Safety (Seguridad de armas para todas las ciudades) publica un mapa político de EE.UU. con estadísticas de tiroteos en institutos educativos estado por estado. Hasta el 1° de junio pasado llevaba registrados 61 incidentes con 20 muertos y 40 heridos a nivel nacional. Solo en los primeros cinco meses del año.

Las cifras requieren de un contexto. Si todos los días en Estados Unidos son asesinadas 120 personas con armas de fuego (el número surge de un promedio de cuatro años, entre 2018 y 2021 inclusive), la cuenta ascendería a 43 mil 800 muertos. En esa cantidad anualizada de víctimas fatales caben, según el informe, casi 4 mil niños y adolescentes muertos a tiros y otros 15 mil que son heridos a balazos pero no pierden la vida. Tanto dentro como fuera del ámbito educativo. La estadística de este tipo de violencia, un karma del declamado sueño americano, se completa con un dato adicional de la investigación: en medio de este azote unos 3 millones de menores están expuestos a los tiroteos masivos.

El mapa de Everytown for Gun Safety es una radiografía actualizada del uso de armas de fuego. Registra víctimas mortales y heridos en instituciones escolares de todo el país. Al menos en 29 estados de EE.UU se comprobaron casos de violencia homicida en 2023. Son más de la mitad. Un texto que sigue al mapa señala que la ONG “comenzó a rastrear incidentes de disparos en terrenos escolares en 2013 para obtener una mejor comprensión de la frecuencia con la que los niños y adolescentes se ven afectados por la violencia armada en sus escuelas y universidades, y en respuesta a la falta de investigación y datos sobre el tema”. 

La violencia en el universo educativo de Estados Unidos se da con más frecuencia en instituciones a las que asisten en mayor proporción estudiantes afroamericanos. Son las víctimas más propicias para los killers con acceso irrestricto a armerías o hasta en sus propias casas donde los padres mantienen arsenales. “Las armas de fuego son la principal causa de muerte de niños y adolescentes. Ser testigo de tiroteos, ya sea en sus escuelas, sus comunidades o sus hogares, puede tener un impacto devastador. Los niños expuestos a la violencia, el crimen y el abuso tienen más probabilidades de abusar de las drogas y el alcohol; sufren de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático” describe la investigación.

También explica que “no se incluyen los incidentes en los que se trajeron armas a las escuelas pero no se descargaron. El mapa refleja los incidentes que resultaron en muertes o lesiones, así como aquellos en los que nadie resultó herido”.

Everytown for Gun Safety promociona un plan para almacenar armas en lugares seguros y a fines de 2022 informaba que 8,5 millones de estudiantes asistían a escuelas que seguían aquella política preventiva. Pero no es en los colegios que los jóvenes se procuran las pistolas, revólveres o en ciertas ocasiones, los fusiles de asalto. “Hasta el 80 por ciento de los tiradores escolares menores de 18 años obtienen su arma en el hogar”, dice la organización. En EE.UU ya se habla de educar a los padres de los niños en el uso responsable del armamento.

“Al menos 4,6 millones de niños en los Estados Unidos viven actualmente en hogares con armas de fuego no seguras, y la violencia armada sigue afectando a nuestra población joven de maneras inimaginables”, declaró Shannon Watts, fundadora de Moms Demand Action (algo así como Las madres exigen acción).

El 2 de junio pasado, Ryan Busse, ex vicepresidente de ventas de Kimber América entre 1995 y 2020 – un importante fabricante de armas-, y asesor desde 2021 de Gabrielle Giffords, una excongresista de Arizona gravemente herida de un disparo en la cabeza en 2011 durante un tiroteo masivo, aportó datos claves en una entrevista que le concedió al sitio ProPublica de EE.UU: “Antes de 2007, las personas en los Estados Unidos nunca compraron más de siete millones de armas en un solo año. Cuando Barack Obama dejó el cargo, Estados Unidos compraba casi 17 millones de armas al año”.

En diálogo con el periodista Corey G. Johnson también describió: “Cuando Trump fue elegido, hubo lo que se llamó en la industria la Caída de Trump, lo que significó que, dado que se eligió a un republicano, el miedo a Obama había desaparecido y Hillary Clinton no fue elegida. El tipo de miedo y conspiración disminuyó, y las ventas se estancaron por un tiempo porque la industria y los dueños de armas creyeron que la amenaza había pasado”.

Pero Busse comentó que durante la presidencia del magnate – hoy en serios aprietos judiciales – “experimentamos un nivel completamente nuevo, nunca antes visto, de miedo, racismo, odio y conspiración que culminó en 2020. En ese año, tuvimos George Floyd, bloqueos de COVID, Black Lives Matter, protestas de Antifa y Kyle Rittenhouse. Quiero decir, fue el año más tumultuoso que cualquiera pueda recordar con más odio, conspiración y maldad. Ninguno de nosotros puede recordar un año así. En ese año, los consumidores estadounidenses compraron casi 23 millones de armas, más del triple que antes de que Barack Obama asumiera el cargo”.

En EE.UU es tan grande la deuda legislativa para moderar las consecuencias de la Segunda Enmienda de la Constitución que habilita el uso irrestricto de armas, que el gobierno de Joe Biden recién consiguió que se votara la primera ley importante sobre su regulación en 26 años.

Quince senadores republicanos se unieron a los cincuenta demócratas de la Cámara Alta para apoyar esta norma que “salvará más vidas” según el presidente. Fue aprobada el 25 de junio de 2022 después de dos matanzas. La que cometió un hombre armado contra 19 niños y dos maestras en una escuela primaria en Uvalde, Texas. Y la que un supremacista blanco perpetró en Buffalo, Nueva York, contra diez clientes de un comercio de alimentos.

“La calidad de la educación en un enfoque competencial”

Bienvenido sea el controvertido término de las  “competencias básicas” , entendidas como capacidades holísticas e integrales, como conjuntos...