Estaba terminando agosto de 1978 –apenas dos semanas atrás se había celebrado el Día del Niño– y en sus páginas la revista Billiken publicaba un aviso institucional invitando a sus pequeños lectores a participar en el repudio de lo que la Junta Militar había bautizado como la "campaña antiargentina". Con esa fórmula, la dictadura rechazaba un supuesto plan orquestado desde el extranjero con el fin de desprestigiar al país. En realidad, lejos de ser un complot, esas denuncias, realizadas por exiliados y organismos internacionales, describían fielmente los crímenes ejecutados por el terrorismo de Estado. En un intento por quitar legitimidad a estos testimonios, el gobierno de facto puso a funcionar una poderosa máquina de propaganda, que además contó con el apoyo de las principales empresas periodísticas de la época. En el caso de Atlántida, la editorial que imprimía Billiken y varias de las revistas más importantes del mercado tomó está lucha como una causa propia. Todavía estaban en el aire los papelitos del Mundial de Fútbol y gran parte de la sociedad vivía un clima de exaltación nacionalista.
Tan eficaz fue el dispositivo echado a andar por los militares que incluso tuvo su reflejo en un mensaje destinado a los niños. "Vos podés mostrar a los chicos de todo el mundo la verdad sobre nuestro país", se titulaba el anuncio a página completa aparecido en Billiken el 29 de agosto del ’78. Lo acompañaba el dibujo de una nena que, con una mano, sostenía una pila de postales y, con la otra, introducía una de ellas en un buzón. "Habrás oído hablar en este último tiempo de la campaña que existe en Europa contra nuestro país. Se cuentan grandes mentiras sobre nosotros", señalaba la publicación, en sintonía con las Fuerzas Armadas. "Para mostrar la verdad sobre nuestro país, Para Ti, la revista que lee tu mamá, publica tarjetas postales donde se ve cómo somos y cómo vivimos los Argentinos. Con tu mamá, con tu papá, con tus hermanos, mandá vos también las tarjetas al extranjero. Ayudá a mostrar la verdad argentina". Así, con un llamado a la acción, concluía el aviso, que se repetiría en el número del 5 de septiembre.
Efectivamente, el magazine femenino de la misma editorial había lanzado una serie de postales con la consigna "Defienda su Argentina", como parte de su acompañamiento a la cruzada de los uniformados. De un lado, las tarjetas mostraban imágenes del país con la frase "Argentina toda la verdad", impresa sobre los colores de bandera nacional. En el reverso, un texto buscaba echar por tierra las denuncias, asegurando que "la guerra ya terminó" y que se vivía un clima de paz.
"Se trata de una interpelación al niño con un tema del mundo adulto", señaló Paula Guitelman, magister en Comunicación y Cultura (UBA) y autora de La infancia en dictadura. Modernidad y conservadurismo en el mundo de Billiken. En ese libro, describió las conexiones entre la revista y las consignas de la Junta, al punto de concluir que "contribuyó a reforzar los ideales del ‘Proceso’", por haber sido "funcional a los objetivos de modernización y disciplinamiento de la vida cotidiana". Guitelman recordó que la publicación "se usaba en el aula como material complementario, a través de sus vínculos con lo escolar", por ejemplo, por la profusión de efemérides y una distribución en secciones que remitía a las asignaturas curriculares. Sobre el aviso por la "campaña antiargentina", detectó en él un sesgo "endogámico". Explicó que "el material de referencia al que remitía Billiken era la propia revista, su biblioteca, su diccionario, y en ese mismo universo está el guiño a las postales de Para Ti". La autora también distinguió entre el discurso militar impregnado y el que era preexistente, transversal y propio de la empresa editora. "Las políticas culturales de la dictadura tendieron a la despolitización de los contenidos curriculares y la construcción discursiva de la revista estuvo en absoluta consonancia con ese proyecto", apuntó Guitelman. Como parte de "una política editorial mucho más amplia", se buscaba "generar una imagen ordenada, disciplinada y pacificada; triunfal, nacionalista y soberana; familiar, pura, moralizada y tradicional; moderna y eficiente; feliz y optimista."
Marina Franco, doctora en Historia de la UBA y de la Universidad Paris 7, estudió la "campaña antiargentina" desde el punto de vista de la prensa, el discurso militar y la construcción de consenso. "El mensaje –aclaró– estuvo dirigido al público dentro del país, al que se trataba de convencer de que en el exterior había un plan montado por los ‘subversivos’ exiliados y las organizaciones internacionales." Por entonces, fruto de la presión de la OEA, se estaba preparando la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) –que ocurriría en el ’79–, lo que implicaba un fuerte cuestionamiento para el gobierno castrense. Franco subrayó que el dispositivo creado por la Junta a modo de defensa "funcionó porque enganchaba con la lógica nacionalista preexistente. Con él, la dictadura buscó trasladar el enemigo interno, que era la subversión y que para el 77-78 estaba exterminada, hacia afuera, con los exiliados y la idea del complot." En su libro El exilio. Argentinos en Francia durante la dictadura, la investigadora aseguró que "la prensa masiva y en particular los diarios La Nación, La Prensa y las revistas de la Editorial Atlántida (Gente, Para Ti) adhirieron firmemente a esta operación política, utilizando elementos muy similares a los del discurso militar oficial, los mismos términos ideológicos, la denuncia del ‘terrorismo subversivo”, “fugado al exterior’, y la oposición entre un ‘ellos’ y un ‘nosotros’". Incluso, agregó, "no sólo lo reprodujeron, sino que lo ampliaron y potenciaron. Fueron capaces de generar acciones independientes y que la gente actuara en consecuencia. Y todo eso se exacerbó ad infinitum con la llegada del Mundial de Fútbol."
Con respecto a las tarjetas de Para Ti, Franco describió que "se publicaron una serie de fotos-postales del país que las lectoras debían enviar a un listado de personas e instituciones que eran los ‘agentes’ de la campaña antiargentina". Entre ellas se incluía al Comité de Boicot al Mundial de Fútbol en Argentina (COBA). "Los miembros del COBA parisino recuerdan la enorme cantidad de postales que efectivamente recibieron, así como la visita de los periodistas argentinos a sus locales en mayo del 78", relató Franco. En cuanto a la interpelación a los chicos, consideró "el colmo de la manipulación que se llegaran a dirigir mensajes a los niños". «