viernes, 31 de octubre de 2014

revista Ibero Americana de Educación #66

RIE - Revista Iberoamericana de Educación

Estimados lectores les informamos:
·         Que está disponible el número 66 de la RIE (ISSN: 1022-6508) (versión no monográfica). “Entornos escolares saludables. Prevención de riesgos psíquicos y promoción de la salud mental”. Coordinado por Valentín Martínez-Otero y Laura Gaeta. Pueden consultarlo desde:http://www.rieoei.org
·         Que Hasta el 31 de diciembre de 2014 está abierta la convocatoria para el envío de colaboraciones al monográfico núm. 67 (enero - abril de 2015) de la Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1022-6508), que tendrá como título: Los modelos de gestión en los centros educativos de Iberoamérica: retos y posibilidades.

Boletín 55/5 - 15/06/11

Entornos escolares saludables. Prevención de riesgos psíquicos y promoción de la salud mental
Ambientes escolares saudáveis: Prevenção de riscos psíquicos e promoção da saúde mental

Sumario  

·         Francisco Alonso Fernández, «Una panorámica de la salud mental de los profesores»
·         Denize Aparecida Teixeira y Khaled Omar Mohamad El Tassa, «Olho e vejo: a interdisciplinaridade superando desafios da patologização»
·         Laura Gaeta González y Valentín Martínez-Otero Pérez, «La ansiedad en alumnos mexicanos de enseñanza primaria: variables personales, escolares y familiares»
·         Beatriz Ruiz Fernández y otros, «Determinantes de la calidad de vida del alumnado de primaria»
·         María Concepción Márquez Cervantes y Martha Leticia Gaeta González, «Competencias emocionales en los preadolescentes: la implicación de los padres»
·         Cristina Di Giusto Valle y otros, «Competencias personales y sociales en adolescentes»
·         Juan Pablo Pizarro Ruiz y otros, «La personalidad eficaz como factor protector frente al burnout»
·         Martha Camargo Goyeneche, Escolástica Macías Gómez y Martha Quintero Zapata, «“La alegría de vivir”: metodología didáctica desde la resiliencia. Desempeño con niños preescolares en situación de vulnerabilidad social»
·         Martín De Lellis, Cecilia Calzetta y Tamara Gómez, «Promoción de la salud en entornos educativos. El empleo de NTIC en el aprendizaje en salud»
·         Anna Díaz-Vicario y Joaquín Gairín Sallán, «Entornos escolares seguros y saludables. Algunas prácticas en centros educativos de Cataluña»
·         Rosa Mª Rodríguez-Jiménez, Paloma J. Velasco-Quintana y Mª José Terrón-López, «Construyendo universidades saludables: conciencia corporal y bienestar personal»



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lunes, 27 de octubre de 2014

Mara Brawer - la autoridad en la escuela

La especialista en educación Mara Brawer analiza cómo se construye hoy la autoridad en la escuela

“Las reglas se pueden consensuar”

El docente ya no viene con la autoridad dada, dice. Entonces debe construirla día a día, aunque el gran problema es cómo. Aclara que no tiene recetas, porque no sirven. Recalca que la vía es el debate y la reflexión. Acaba de publicar, junto con Marina Lerner, el libro Violencia. Cómo construir autoridad para una escuela inclusiva. Aquí, un repaso sobre sus propuestas.

Por Mariana Carbajal
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“En nuestro país, la dictadura colaboró mucho en que se descreyera en la autoridad” y ese fenómeno “erosionó también el lugar de autoridad de los docentes en la sociedad”, advierte Mara Brawer. Acaba de publicar, junto con la psicóloga y docente Marina Lerner, el libro Violencia. Cómo construir autoridad para una escuela inclusiva, donde buscan orientar a docentes –pero también a padres, madres y jóvenes– a la hora de intervenir en situaciones escolares conflictivas. El libro no da recetas, “porque las recetas no funcionan”, dice Brawer, docente, psicóloga, especialista en mediación y resolución de conflictos, ex funcionaria del área de Educación y diputada del Frente para la Victoria. A partir de experiencias escolares reales, las autoras analizan cómo se construye hoy la autoridad en las aulas, cuáles son los límites educativos que favorecen la inclusión y cuál es el rol de los distintos actores de la comunidad educativa. Sobre esos ejes se explaya Brawer en esta entrevista de Página/12.
–Antaño, la voz de los docentes tenía un peso social que pareciera ya no tiene. ¿Han perdido autoridad en las aulas y frente a la sociedad?–Muchas familias se siguen acercando a las escuelas de sus hijos a preguntarles a las maestras cómo pueden resolver temas de crianza, muchos padres siguen respetando a la escuela como una institución a la que le confían a sus hijos varias horas al día. Pero esto no contradice la idea de que la escuela hace cincuenta años, y también menos, era garantía de una mejor inscripción cultural. Esto generaba, como dice Tenti Fanfani, “un efecto institución” sobre el rol docente. El alumno que atravesaba su escolaridad sabía que más allá de cómo ese docente cumpliera su rol, era garante de alguna manera de un lugar con mayor valor social para él. Esto legitimaba el fenómeno de autoridad en el vínculo docente-alumno. Hoy, en cambio, los jóvenes preguntan por el valor de lo que les enseñamos en las escuelas. La pregunta señala una cuestión de época: la autoridad dada, esa de la que por ser docente ya se era beneficiario, no ocurre más. Pero no les ocurre a los docentes, no les ocurre a los padres, no les ocurre a los médicos, no le ocurre al psicólogo... Hoy, para creer en el saber del médico, el médico tiene que dar cuenta de su conocimiento, si no, uno duda de alguna manera. Podemos decir que hoy la autoridad se constituye “en acto”. Esta es nuestra época y desde acá trabajamos. Si la autoridad no está dada de antemano, hay que pensar en construirla; y el “cómo lo hacemos” intenta ser el desarrollo de nuestro libro.
–¿Hay otros factores que erosionaron el lugar de autoridad del docente?–En nuestro país, la dictadura colaboró mucho en que se descreyera la autoridad. Se logra ser autoridad cuando se es una persona confiable, una persona atravesada por la ley que se les exige a los demás. En contraposición, si el poder te permite matar, torturar, robar niños, esa autoridad cae. Queda sólo el miedo al que está en el lugar del poder. Otra variable que conmovió los vínculos intergeneracionales fue el concepto de sujeto de derecho y el manejo de la tecnología de los más chicos. Ambos conmueven la asociación tan estrecha que había entre adulto y saber. Por ejemplo, si ahora un chico tiene una duda, puede googlear y satisfacer su curiosidad. ¿Esto implica que no se necesitan adultos? No, claro que no. Hoy más que nunca los chicos necesitan de docentes y de padres que puedan ocupar el lugar de la autoridad.
–Hubo algún caso incluso de padres que han recurrido a la Justicia para evitar que su hijo repitiera, es decir, han recurrido a los tribunales para cuestionar una decisión educativa. Una iniciativa de ese tipo era impensada dos décadas atrás...–Ese tipo de hechos tiene lugar justamente por todo lo dicho antes. En esos casos, el juez debería ser muy prudente, porque si bien hay docentes que pueden cometer abusos y hay que resguardar que esto no ocurra, cada padre puede tener su verdad y cada docente también. ¿Cómo se resuelve esto? La decisión de un docente debe estar enmarcada en los criterios del sistema educativo y de su propia escuela; si el juez desautoriza esos criterios institucionales sostenidos en el sistema educativo, le está haciendo un gran daño al niño porque el sentido que le transmite en su fallo es que la ley se discute y se negocia.
–Otras situaciones nuevas son los casos de madres que directamente golpean a docentes. ¿Cómo explica ese tipo de episodios?–Cuando un padre o una madre le pega a un docente o lo amenaza, está rompiendo la trama que vincula a la familia con la escuela, y sin esa trama es muy difícil que un niño pueda sostener sus trayectorias escolares. Queremos aclarar que esos episodios dolorosos y totalmente condenables son muy pocos –obviamente que no debería haber ninguno–, pero por el accionar de los medios pareciera que eso pasa siempre en una escuela y no es así; en las escuelas pasan otras cosas. Que un padre le pegue a un docente es muy raro; pero como sale por la televisión pareciera que eso es habitual en las escuelas, cuando no lo es.
–¿Qué factores entran en juego para que un docente tenga autoridad en el aula?–En el segundo capítulo del libro se aborda justamente ese tema: el fenómeno de la autoridad siempre implica motivos, causas, una razón de ser; siempre hay un porqué que explica por qué un alumno reconoce y legitima la autoridad de un docente. Esa causa permite entender por qué hay docentes a los que sus alumnos lo ubican en el lugar de la autoridad. Focalizar en esas causas nos puede ayudar a entender qué rasgos son los que valoran los niños y los jóvenes de sus docentes. En general suelen valorar la justicia, cuando los tratan bien, la coherencia del docente, su saber, sus ganas de explicar la materia. Rasgos que en definitiva siempre fueron valorados. Esto es lo que llamamos construcción artesanal de la autoridad. Ahora bien, esto es importante, pero no suficiente. Hay que ir más allá y pensar en las condiciones institucionales de una escuela; cómo lograr que esos rasgos valorados por los niños y jóvenes se hagan rasgos ya no de un docente sino de una institución; cómo lograr una escuela que transmita a sus alumnos un discurso coherente de parte de los adultos para que los chicos se puedan orientar y saber qué quiere la escuela de ellos. Esto en la escuela secundaria se ve claramente: cuando un alumno llega a su primer año, se puede encontrar con once discursos diferentes, más el del preceptor. Por ejemplo, con respecto al uso de la gorra o del celular, etcétera. El mensaje debe transmitir un discurso que sostenga la comunidad educativa toda. Cuando se logra esto, observamos que se genera el “efecto institución” del que habla Tenti Fanfani y favorece a que cada docente se pueda ubicar en su rol de manera más amable. Es un trabajo, pero trae buenos resultados. Los chicos entienden rápido cuando los docentes y las familias se ponen de acuerdo en cuestiones importantes que hacen a la manera en que se habita la escuela.
–Proponen en el libro pensar límites educativos que favorezcan la inclusión. ¿Cómo sería?–El límite educativo no sólo implica un “no” sino también un “sí”, es una instancia que permite ver un encuadre, una forma, un hábito, una manera. Implica un marco que encuadra a una escena, que se diferencia de la anterior; un límite siempre implica una diferencia; si ésta no se produce, no podemos hablar de límites en términos educativos. Por ejemplo, cuando toca el timbre del recreo en una escuela, esto no se convierte en límite de nada si el docente no les propone a los alumnos una tarea que diferencie el espacio de su materia con el recreo; si el docente no lo hace, el timbre deja de ser un límite y los chicos no lo respetan. El límite debe demostrar que hay un antes y un después, y su estructura es acotar e incluir (el no y el sí). Se termina el recreo y se comienza con la actividad de lengua, por ejemplo. La sanción es la versión punitiva de los límites. Pero es claro que las sanciones sólo pueden tener un efecto en el chico, cuando dialogan con los límites propuestos por los adultos, entendidos en términos de marcos de referencia. Si una escuela no construye hábitos que permitan a los chicos regular sus propios impulsos y ponerlos a trabajar en la tarea escolar, es muy difícil que una sanción tenga efectos positivos en el alumno. Hacemos la distinción con la expulsión, porque la expulsión prohíbe y no permite nada a cambio, sólo se deja por fuera de la escuela. El límite educativo, en cambio, permite hacer el proceso de acotar los impulsos y ponerlos a trabajar en la tarea escolar. La expulsión no educa. En nuestro país, el Estado garantiza la educación obligatoria hasta el fin de la escuela secundaria.
–¿Cómo evalúa los acuerdos de convivencia escolar? ¿Funcionan o es una política que podría haber afectado la autoridad docente al permitir la participación de alumnos en la toma de decisión frente a una situación de indisciplina escolar?–No existe una cultura en el mundo o en la historia que no tenga una ley que posibilite y regule los vínculos. Nunca es de cualquier manera, la premisa hago “todo lo que quiero” no es compatible con una cultura, por lo tanto con una escuela tampoco. La diversidad implica una pluralidad de criterios, de sentidos, de valores. Cuando hablamos de respetar la diversidad, decimos que la diversidad requiere de un debate y de un consenso para construir lo común, eso que vamos a respetar todos. Justamente, los acuerdos de convivencia escolar representan la construcción de lo común en un ámbito donde se respeta la diversidad; éstos deberían ser el resultado de un debate y de un consenso de todos los sectores que hacen a la comunidad educativa. Se nota rápidamente una escuela que no hizo ese proceso, porque es muy difícil que se legitimen los acuerdos de convivencia y sean respetados. Cuando los docentes y los alumnos pasan por el proceso de construcción, el propio proceso de participación es educativo en sí mismo y enseña mucho de límites. El Acuerdo Escolar de Convivencia permite sostener criterios consensuados: ¿quién tiene razón, la profesora de historia que considera que no se pueden usar piercings o la de matemática que está convencida de que sí? La respuesta al tema debe ser obtenida por consenso. Ninguna escuela va a debatir si está bien o no llevar armas a la escuela, eso está claro. Las leyes no se discuten. Pero las reglas se pueden consensuar. Por ejemplo, el uso del celular, de cómo vestirse, de la gorra, son temas en los que se deben lograr acuerdos, de los que deben participar los alumnos y las familias también. Cuando una de estas reglas no se cumple en una escuela, hay que pensar si es representativa de la cultura institucional o si sólo se le ocurrió al director. Es muy difícil sostener una regla que no sea representativa de la comunidad en su mayoría. Es un esfuerzo titánico de parte de los docentes que intentan sostenerla, y generalmente no se logra. En la provincia de Salta estaba prohibido el coqueo, mascar coca, y la mayoría de sus habitantes transgredían la ley, no porque sean transgresores por naturaleza los salteños sino que esa ley –hoy derogada– no representaba al pueblo salteño. Los Acuerdos de Convivencia Escolar son necesarios para acordar criterios y encontrar una coherencia institucional, el valor de la diversidad requiere construir lo común en materia de cómo debemos habitar un espacio.
–En el libro recorren buenas experiencias que han observado. ¿Cuáles destacaría?–Aproximadamente dos años atrás había una rectora en la EMEM 7 del Distrito Escolar 4 de la Ciudad de Buenos Aires que nos contó que en su escuela, del barrio de La Boca y turno vespertino, les costaba a los chicos cumplir con la prohibición del uso de la gorra. Esto había empezado a traer consecuencias entre los docentes, porque se culpaban unos contra otros la falta de respeto de los jóvenes sobre el tema. Había docentes que creían que estaba bien que los chicos usaran gorra y otros no; esto es un clásico en una escuela. Frente a ese problema, la rectora reconoció que esa regla no fue el resultado de un proceso de participación sino que, en algún momento, dos o tres docentes consideraron importante que los chicos no usaran gorra. La rectora decidió entonces convocar a una jornada para debatir su uso y el del celular.
–¿Qué pasó con la gorra?–En el debate se desplegaron las diferencias, un grupo de docentes explicó que ellos querían verles la cara a los chicos y éstos tomaron lo dicho y les ofrecieron usar la visera para atrás. Así fue la regla: se puede usar gorra, pero siempre con la visera para atrás. Nos contaba la rectora un mes más tarde que los propios alumnos se regulaban entre sí, cuando veían a un compañero transgrediendo. Por más que parezca mínimo, esto es un logro muy grande.
–¿Qué puntos en común encontraron con otras experiencias positivas en distintas escuelas?–Los Acuerdos de Convivencia Escolar deben ser el resultado de un proceso de participación; sólo de esta manera logran ser legitimados y así respetados; es muy difícil que un alumno se sienta parte de una escuela si no se lo invita a participar para pensar la vida cotidiana de la escuela.
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viernes, 24 de octubre de 2014

43 desaparecidos en México

CIENTOS DE MILES EXIGEN RESPUESTAS POR LOS 43 DESAPARECIDOS EN MEXICO

Los estudiantes toman las calles

Unos 60 mil marcharon en el Distrito Federal y cientos de miles más sumados en los 31 estados del país. Son más de 70 universidades públicas y privadas que dicen basta. Le ponen plazo al gobierno para que aparezcan los estudiantes.

Por Gerardo Albarrán de Alba
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Jóvenes protestan por la desaparición de 43 estudiantes, en el Zócalo de la Ciudad de México.
Desde México DF
Son muy jóvenes, y son un montón. Con la rabia a flor de piel, marchan como una demostración de fuerza con la esperanza que tienen en ellos mismos. Más nos vale. El Estado mexicano parece que da de sí, sordo y ciego, ante la incapacidad manifiesta para garantizar la seguridad de la ciudadanía; para sacudirse de las entrañas al narcopoder que lo ha sustituido en gran parte del país; para inspirar confianza a una sociedad, más que harta, profundamente encabronada, como reza el cartelito que una sexagenaria blande sobre su cabeza, rodeada de estudiantes que saltan, gritan, bailan, cantan, corean consignas, mientan madres y, sobre todo, guardan un escalofriante silencio de tanto en tanto.
México está al límite. Hay un estallido en cierne que apenas se contiene, en parte gracias a miles de estudiantes que, como los 43 desaparecidos de la Normal rural de Ayotzinapa, están en riesgo por todo el país y precisamente por ello toman las calles y las plazas públicas, unos 60 mil en el Distrito Federal, algunos cientos de miles más sumados en los 31 estados. En el Zócalo capitalino, los padres de los normalistas ausentes están al límite. Desde el templete, uno a uno toman la palabra para arrancarse el dolor. No es un mero conjuro contra la rabia, es una advertencia clara: le dan al gobierno del priísta Enrique Peña Nieto un plazo de dos días para que aparezcan sus hijos: “Buenas noches, señores padres de familia, ustedes también tienen hijos y también sienten feo que les llegue a pasar igual lo que a nosotros nos está pasando, a mí me da mucho coraje lo que este cabrón se haya aprovechado de nuestros hijos, es una burla para nosotros. Yo quisiera darles mi número de teléfono porque la gente se está levantando en armas, estamos decididos a buscar a esos cabrones asesinos porque nosotros estamos muy enojados, quisiéramos tenerlos enfrente para irlos acabando poco a poco y con su ayuda de ustedes, ahí anoten mi número porque toda la gente estamos sobre esos cabrones ...los tenemos que encontrar porque a nuestros hijos los queremos vivos, les damos hasta dos días nada más, ya estamos cansados todos y le vamos a dar en la madre a ese cabrón, hijo de su puta madre, estamos todos bien encabronados, nomás quiero verles la cara”.
Tampoco es mera catarsis. En este momento suman ya 22 ayuntamientos en manos de profesores y campesinos en Guerrero; apenas ayer tomaron la alcaldía de Acapulco y las movilizaciones empiezan a ser cotidianas. No es para menos, los derechos humanos en este país son violados sistemáticamente desde hace décadas, pero hoy se hace a plena vista de organismos internacionales que se escandalizan ante la incesante desaparición forzada de miles de mexicanos, ya sea como represión a la disidencia política o como recurso para imponer el terror de Estado desde el brazo criminal que lo ha infiltrado y desplazado. Los ausentes en México en menos de una década suman ya más que todos los que ya no están por la dictadura militar padecida el siglo pasado en cualquier país latinoamericano.
Pese a todo y pese a todos, una masa de jóvenes serpentea la tarde del miércoles durante más de 200 minutos a lo largo de cuatro kilómetros de dignidad, hacia el corazón sangrante del país. Son los que no están quienes gritan en voz de todos los demás: “Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco, veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres... ¡Justicia!”.
El hartazgo es generalizado. Son más de 70 universidades públicas y privadas que dicen basta, el Estado jamás debió cruzar esa línea y desaparecer a 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, de los que no se sabe nada desde hace casi un mes, pese a la condena internacional y la indignación nacional.
“Estamos cansados de tanto andar en búsquedas, nos traen pa’ rriba y pa’bajo y no hay nada concreto, no hay nada serio, pero sí me siento dispuesto a la muerte, no importa nada, doy la vida por m’ijo”, dice otro padre ante las 43 sillas vacías que hacen presentes a los estudiantes desaparecidos, quijadas y puños apretados de quienes escuchan.
El mitin principal en el Zócalo de la Ciudad de México ha terminado ya de noche, cuando el último de los manifestantes todavía no llega a la mitad del recorrido trazado por los organizadores, separado por miles que todavía tratan de llegar al templete. Resignados, los contingentes estallan en mítines improvisados. A la altura del Palacio de Bellas Artes, colman la explanada varias escuelas públicas vinculadas con el teatro, la música, la pintura y la restauración. Sentados, levantan el puño, comparten consignas y lloran y cantan juntos. Algunos se funden en largos e intensos abrazos que abarcan el dolor colectivo.
Que alguien le avise a quien deba saberlo: allá afuera hay miles de estudiantes más, y ninguno quiere ser el desaparecido 44. Por eso se dejan ver y oír. Han venido a ofrecer su corazón.
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lunes, 20 de octubre de 2014

Leena Kaikkonen

“Muchos jóvenes quieren ser docentes, pero no todos pueden”

Entrevista.Leena Kaikkonen, especialista en formación docente, afirma que el éxito del sistema educativo de Finlandia se basa en una estricta selección de maestros.
Finlandia es a la educación lo que Brasil al fútbol (y en Argentina suele envidiarse más lo segundo que lo primero). Las pruebas PISA de los últimos diez años colocan a los alumnos finlandeses entre los mejor preparados para el mundo laboral; el país viene obteniendo los mejores puntajes en Lectura, Matemática y Ciencias desde el 2000, aunque tuvo un leve retroceso en la última edición de PISA. A raíz de este desempeño, el Ministerio de Educación de Finlandia recibe durante el año a ministros y especialistas de todo el mundo, interesados en entender el éxito del modelo educativo del país nórdico.
Hay consenso en que una de las claves de ese éxito es la altísima profesionalización de los docentes: en Finlandia, para poder dar clases en la escuela hay que tener un posgrado. Sólo uno de cada diez aspirantes logran seguir la carrera docente.
Sobre este respeto hacia los maestros habla aquí Leena Kaikkonen, doctora en Educación y especialista en formación docente de la Universidad JAMK, en Jyväskylä (Finlandia). Kaikkonen estuvo en Buenos Aires para participar del Foro de Innovación Educativa que el Ministerio de Educación de la Ciudad organizó en la Usina del Arte.
–¿Cómo han logrado en Finlandia la jerarquización de la profesión docente?–Necesito remontarme a la historia para responder esa pregunta. Si pienso en el 1800 o el 1900, la profesiones más respetadas eran el sacerdote, el doctor y el maestro. En aquel momento cada pueblo tenía su sacerdote en la parroquia, el docente en la escuela y el médico que se encargaba de la salud. Ellos eran las personas más importantes: uno se encargaba del bienestar espiritual, otro del bienestar físico, y el maestro se ocupaba del desarrollo intelectual de los chicos. El respeto hacia los educadores en Finlandia se remonta al pasado, y nos enorgullece que ese respeto siga vigente. Ya más cerca del presente, hace unos 20 años se empezó a trabajar en la profesionalización de los docentes y la jerarquización de su formación. Una de las medidas que se tomaron es que para ser maestro de primaria sea necesario tener una maestría. Creo que ese es uno de los factores que explican la gran valoración social de los docentes en mi país.
–¿Cómo impacta esto en la elección de la carrera docente?–Muchos jóvenes quieren ser docentes en Finlandia, pero no todos pueden. En mi ciudad hay dos universidades donde se puede estudiar la carrera, y sólo ingresa uno de cada diez postulantes. Eso permite que entren realmente los mejores. La selección es muy estricta y se basa, por un lado, en las notas que los postulantes obtuvieron en la secundaria, pero también hay un examen de ingreso en el que se indaga sobre su motivación para ser docentes, si están realmente dispuestos a trabajar con chicos y facilitar sus aprendizajes.
–¿Qué pasos tiene que seguir un joven que quiere ser maestro?–Para ser docente, primero tenés que rendir el examen final de la secundaria, la única evaluación nacional que tenemos en Finlandia. Después te postulás a la universidad y, si tenés notas lo suficientemente buenas, podés quedar preseleccionado para rendir este examen de ingreso en el que ya te evalúan acerca de tus conocimientos sobre pedagogía e indagan sobre tu motivación, en muchos casos por medio de una entrevista. Una vez que terminás la carrera, tenés que hacer una maestría. Para ser profesor en secundaria, también: tenés que hacer una maestría en la disciplina que vas a enseñar, sea Matemática, Lengua, etcétera.
–¿Cómo funciona allá la relación entre padres y docentes?–Esta es una preocupación global. Una de las cosas que estamos discutiendo ahora en Finlandia es quién está realmente a cargo de la educación de los chicos: ¿cuáles son las responsabilidades de los padres y cuáles las de las escuelas? Desde ya que en las escuelas hay conflictos entre padres y docentes, contradicciones, padres que quieren decirles a los maestros cómo tienen que hacer las cosas; no es todo ideal allá. Pero debo decir que nunca hemos tenido casos de padres que vengan a la escuela a pegarles a los maestros.
–En Argentina se estableció este año la obligatoriedad de la sala de 4. En Finlandia, en cambio, la escolaridad obligatoria comienza a los 7 años. ¿Qué valor le dan al jardín de infantes?–Eso tiene que ver con la historia de nuestro sistema educativo; desde siempre los chicos han entrado al colegio a los 7 años. Recién en los 60 o en los 70, cuando las mujeres empezaron a salir al mercado laboral, surgió la necesidad de pensar un sistema donde pudieran dejar a sus hijos para ir a trabajar. En Finlandia el jardín fue pensado más como parte del sistema de los cuidados y servicios sociales, que como parte del sistema educativo; igual esto está cambiando. Pero recién ahora se estableció que todo niño de 6 años tiene derecho a ir al preescolar.
–¿Cuáles son las habilidades más importantes que un educador del futuro debe tener?–Un docente tiene que ser un experto en aprendizaje. Tiene que entender qué sucede en el cerebro cuando estamos aprendiendo. Y tiene que ser un facilitador para sus alumnos. Aprender ya no puede ser repetir lo que dice el docente, sin que nada significativo suceda en la cabeza del estudiante. Mi tarea como docente es que el alumno pueda aprender a partir de su bagaje personal y sus conocimientos previos, que los estudiantes tengan un rol activo. La tarea del docente no es “transmitir conocimiento” sino facilitar ese proceso, generar las condiciones que lo hacen posible.

Daniel Cefaï

Daniel Cefaï, el investigador de las movilizaciones sociales

“Los ciudadanos hacen política cuando intentan controlar problemas en su vida cotidiana”

Es sociólogo de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París y sus temas de investigación buscan entender qué pasa cuando la gente se asocia y moviliza en torno de una situación problemática. El feminismo, las Madres de Plaza de Mayo, la ecología, el papel de los medios, las redes sociales.

Por Natalia Aruguete y Bárbara Schijman
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La publicación de El público y sus problemas, escrito por John Dewey en 1927, es considerado un momento fundacional del enfoque pragmático de los problemas públicos, que fue extensamente discutido en las décadas del ’80 y del ’90. El interés por el pragmatismo tocó la puerta del sociólogo Daniel Cefaï a comienzos de 1990. Fue entonces cuando este investigador de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (Ehess) inició una búsqueda de “alternativas a las teorías de la acción”. Página/12 entrevistó a Cefaï en su visita a Buenos Aires, invitado por el Idaes-Unsam para dictar un seminario sobre “Publicidad, públicos y contra-públicos”. En una discusión encendida, defendió su postura respecto del estudio de el/los “público(s)” y, desde allí, se negó a caracterizar la labor de los medios de comunicación en su cobertura de los asuntos públicos como construcción o encuadre. “Simplemente hay que seguir a la gente y describir sus actividades para entender cómo progresivamente hay una transformación de sus experiencias”, sostiene el intelectual francés.
–¿En qué consiste el enfoque pragmático de los problemas públicos?–A finales de los ’80 surgieron en Francia nuevas formas de entender y practicar la sociología. Uno de los lugares más importantes para la transformación de la disciplina fue la colección “Raisons pratiques” (Razones prácticas), publicada en la EHESS, en Francia. Empezamos a buscar alternativas a las teorías de la acción, experiencia o situación. Mi interés por el pragmatismo data de comienzos de la década de 1990, a partir de leer La cultura de los problemas públicos (1981), de Joseph Gusfield, en el Centro de Investigaciones sobre los Movimientos Sociales. Y lo relacionamos con El público y sus problemas, de John Dewey. El pragmatismo es una filosofía norteamericana, cuyos protagonistas más famosos son Charles Sanders Peirce, William James, George Herbert Mead y John Dewey.
–¿Qué encuentra en esos autores a los que sigue?–Mead era un activista progresista en los Estados Unidos y profesor de la Universidad de Chicago. Su libro Espíritu, persona y sociedad (1934) tuvo una influencia significativa en la sociología para describir la relación entre conciencia colectiva, interacciones sociales y formación de las personalidades. Dewey fue un gran psicólogo y pedagogo, y abordó cuestiones políticas tales como la existencia o no de un “público” en democracia. Tuvo una controversia épica con Walter Lippmann a propósito de eso. Una idea central en el pragmatismo es que los ciudadanos hacen política cuando intentan definir y controlar situaciones problemáticas en su vida cotidiana.
–¿Qué observa en esos procesos?–Para enfrentar juntos un problema las personas se deben asociar, discutir y cooperar con el objeto de encontrar soluciones. Deben indagar, investigar, preguntar, definir qué es lo importante, buscar las causas, describir las responsabilidades y, a partir de todo eso, definir la situación problemática y encontrarle soluciones prácticas. Las nociones de investigación y experimentación son muy importantes para descubrir, conocer, reorganizar y controlar el medioambiente.
–¿Podría dar un ejemplo de una situación problemática que permita graficar lo que expresa?–Pienso en la contaminación del Río de la Plata o la corrupción de los funcionarios ¡y la de los ciudadanos también! A escala local podemos ejemplificarlo con la destrucción de un barrio tradicional; a escala planetaria, con el calentamiento climático. De hecho, es posible referirse a todos los puntos de conflicto que resultan en movilizaciones colectivas, y que se pueden propagar en los sectores mediático, administrativo, científico, judicial... Esos puntos de conflicto se tornan problemas públicos, ganando nuevas codificaciones en cada sector y reorganizando ambientes institucionales a su alrededor.
–¿Cómo define el concepto de “público”?–Existen distintos tipos de público. En la idea de opinión pública, aquellos que están en una situación de recepción y que se ven afectados por los mensajes enviados por una organización podrían movilizarse en respuesta a estos mensajes. Las Madres de Plaza de Mayo, por ejemplo, constituyen un público. Tienen razones diversas para juntarse con otra gente, con la que comparten sentimientos, memorias e intereses. Ellas consiguen, incluso, sensibilizar y movilizar a personas que no necesariamente sufrieron la desaparición de algún familiar en manos de la dictadura militar. Todas estas personas, las que están directamente involucradas en la situación problemática y las que no lo están, se movilizan pidiendo verdad y justicia, alertando a la opinión internacional, exhortando a los jueces e historiadores a realizar nuevas investigaciones, presionando al Estado a dar soluciones a esa crisis política. A esto me refiero con la idea de público.
–¿Qué otros ejemplos encuentra en su país o en Europa que ilustren esta noción de “público”?–En este momento, en Europa hay un problema ecológico con las abejas. Es una situación problemática a partir de la cual se están haciendo consultas, averiguaciones, indagaciones, tratando de descubrir las posibles causas del problema. Los apicultores, preocupados por este asunto, se pusieron en contacto con los científicos que están investigando en diferentes áreas del campo para descubrir qué está pasando. Ahora que han identificado uno de los principales factores –un tipo de pesticida conocido como “El Gaucho”–, muchos optaron por movilizarse exigiendo que la empresa Monsanto detenga su venta y uso. Se han presentado denuncias contra esa compañía en los medios, en el Parlamento Europeo, en las redes ambientalistas. Los primeros pasos los dieron los colmeneros cuando constataron la muerte de los enjambres, pero luego se sumó un público, incluyendo a químicos, zoólogos y agrónomos, abogados, sindicalistas, lobistas, ciudadanos escandalizados, y diputados de Bruselas y Estrasburgo.
–Para que se forme un público, ¿sus integrantes deben compartir un mismo interés?–El concepto de público es muy interesante porque moviliza a una cantidad de personas que no necesariamente están afectadas directamente por el problema en cuestión. Para un pragmatista, los intereses se constituyen y se comparten en el interior de la movilización. Es decir que el interés común que une a los miembros de un público no existe de antemano.
–¿Entonces qué motivación los une?–No es un hecho concreto; el interés común nace y crece a medida que se va formulando la definición de dicho problema y se van agrupando colectivos comprometidos, concientizados y organizados alrededor de éste. Sin embargo, si uno se moviliza con otros, de alguna manera comparte esa problemática. Soy parte del público porque siento preocupación y no por haber tenido un interés material previo o una determinada creencia ideológica. Es posible imaginar que no me importe que las Madres de Plaza de Mayo hayan perdido a sus hijos, no es mi problema. Ahora, si el tema me empieza a preocupar, si siento compasión, si salgo a la calle, me uno a sus protestas y también envío peticiones o lo que fuere, entonces pasaré a ser parte de ese público. Esta forma de proceder constituye un compromiso público.
–¿En qué se diferencian la perspectiva de los problemas públicos y la de la construcción de los problemas sociales?–No se trata sólo de una “construcción”; hay que comenzar por entender desde la experiencia de la gente. Esto marca una gran diferencia. No son meros grupos sociales que luchan por imponer sus intereses y alcanzar sus objetivos. Esto último es importante para entender el juego estratégico de las organizaciones pero no dice nada sobre lo que fue el trabajo de la experiencia y el esfuerzo de experimentación de las mujeres en el movimiento feminista, por ejemplo. Tenemos que estudiar eso: lo que sienten, sus vivencias, la forma en la que cuentan lo que les pasa en la vida cotidiana, el modo en que se ven afectadas por situaciones que resultan problemáticas para ellas, como la “dominación masculina”, el imaginario que tienen en relación con todo eso, su crítica hacia las desigualdades en el ámbito laboral, los abusos de poder, etc. Todas estas son dimensiones del contexto de la experiencia colectiva que se tornan públicas cuando surge indignación o reivindicación. Por eso hablo de “experiencia” y no sólo de “construcción”. Hay que tomar en cuenta las vivencias de la gente y lo que hace cuando las expresa.
–¿Qué relación existe entre esa experiencia y la formación del público?–Los problemas públicos y el público crecen juntos. La noción de “lucha social” se limita a analizar diferentes grupos que luchan uno contra el otro para imponer sus intereses y alcanzar sus objetivos. Cuando se utiliza la noción de público, lo que está en juego es la cosa pública: el conflicto está subordinado a cómo promover bienes públicos y rechazar males públicos. Es el significado más básico de la “república”.
–¿Y el sentido de la publicidad como visibilidad?–Según La cultura de los problemas públicos, que la editorial Siglo XXI acaba de publicar, el problema público existe gracias a una actividad dramatúrgica y retórica y es, asimismo, un proceso escenográfico y argumentativo. Hacer ver donde no se entendía nada. Dar visibilidad a las cosas, definir situaciones, identificar causas y atribuir responsabilidades, y así dirigirse a las audiencias... Y también dar cuentas y responder por hacer ver lo que estaba escondido, como los secretos del Estado.
–¿Cuán fundamentales son los medios de comunicación a la hora de dar visibilidad a un problema determinado?–Los medios de comunicación son vectores importantes de “publicitación”, pero son sólo uno de los elementos activos en la arena pública. A modo de ejemplo, lo que hoy llamamos “violencia doméstica” no existía como categoría de sentido común, cuestión jurídica y política, ni como modo de organizar una experiencia, hasta la década de 1970. ¿Cómo empezó todo? Diversos grupos de mujeres comenzaron a reunirse sin la presencia de los hombres para hablar de sus experiencias personales. De esta manera encontraron puntos en común entre ellas y advirtieron una situación que no había sido evidente hasta entonces. Iniciaron un proceso de indagación, realizaron consultas y preguntas abiertas a otras mujeres y, de a poco, fueron descubriendo experiencias que implicaban formas de violencia doméstica que hasta ese momento ignoraban. Ellas crearon la categoría y después decidieron denunciar el problema y reivindicarlo en público. La gente tiene sus ojos muy puestos en los medios de comunicación, pero éstos suelen representar la dimensión última en la historia de un problema público, aunque, a veces, son el actor que hace emerger un escándalo. Hoy en día, los medios de comunicación son muy importantes y, entre ellos, Internet cada vez lo es más, dado que muchos problemas públicos no pueden existir sin su mediación. Pero reitero, los medios son un elemento entre varios otros. La experiencia tiene una importancia significativa en estos procesos. Compartir experiencias, dar forma a un problema dado, configurarlo y, luego, hacerlo público en el sentido de darle visibilidad. Cuando estas mujeres comenzaron a reclamar lo hicieron de maneras muy diversas: marchando, escribiendo carteles contra la violencia doméstica, creando casas editoriales, organizando reuniones entre ellas y con líderes y organizaciones, buscando intermediarios en los centros académicos y en las agencias gubernamentales. Por eso sostengo que los medios de comunicación son solamente uno de los diferentes ámbitos en los que puede trascurrir un proceso de problematización y “publicitación”.
–Su análisis diverge de aquellos para quienes la labor periodística supone un proceso de construcción de la realidad...–No quiero utilizar la palabra “construcción”; creo que es una forma perezosa de enfocar las cosas, al decir eso no se dice nada. El periodista observa, escucha, describe, recoge testimonios, corrobora informaciones, busca causas, cuenta relatos... ¿Por qué reducir todas esas actividades a una “construcción de la realidad”?
–Sin embargo, los periodistas hacen cierto recorte en el que algunos aspectos ingresan en sus relatos y otros quedan afuera.–Simplemente hay que seguir a la gente y describir sus actividades para entender cómo progresivamente hay una transformación de sus experiencias; cómo se conocen en el terreno a través de la experiencia. Está claro que no soy un sociólogo constructivista. La cuestión de los marcos –una idea que viene del frame analysis (análisis del encuadre) de Erving Goffman– puede ser interesante si se piensa en una organización en la que hay líderes que planifican sus estrategias con el objetivo de tener mayores impactos sobre el público. Allí sí corresponde y de hecho se hace: producir o fabricar noticias de una manera estratégica para impactar de un modo particular en una determinada audiencia. Pero no basta. Es como decir que la violencia doméstica es sólo un montaje inventado en la década de 1970 por grupos feministas con el objeto de luchar contra la violencia y la desigualdad. La vivencia y la experiencia de la violencia y de la desigualdad no son una “construcción”...
–¿A qué refiere entonces el concepto de “poder simbólico”?–Ciertos grupos, organizaciones o instituciones poseen más dinero, crédito y conexiones que otros y, por tanto, un mayor poder para influir y establecer qué es un problema y qué no. Cuando diferentes grupos luchan en torno de la definición de problemas públicos, evidentemente algunos tienen más “poder material y simbólico” para elevar su voz, para presionar sobre el decisor, para invertir más recursos en medios de marketing o de propaganda, e imponer así su definición. Pero la efectividad de ese “poder” depende también de la capacidad colectiva de los públicos de aprobar o rechazar la versión de un problema, y de proponer alternativas. El poder material y simbólico no siempre resulta suficiente. ¡Los condenados de la tierra a veces se rebelan!
–¿Qué rol juegan las redes sociales en todo esto?–Internet cambió la forma de coordinar y divulgar noticias y de movilizar a las masas también. Las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información son recursos matrices de experiencia pública que permiten dispersar rumores muy rápidamente. Me referí recién a la importancia de la indagación y la investigación. Es muy difícil investigar y enfrentar los rumores en la red, que se enmarcan –ahora sí utilizo el concepto– para intoxicar al público. Por eso subrayo la importancia de hacer investigación. Tratar de identificar quién es responsable de un problema dado, cómo fue que surgió y creció ese problema, cómo fue que adoptó determinada forma y demás. La investigación es fundamental para un público que desea saber qué es verdad y qué no. El rumor, en cambio, es una especie de publicidad perversa que no está sometida a investigación. El rol de las redes sociales es ambiguo: permiten una cooperación y comunicación a gran escala y respaldan una inteligencia colectiva del público; al mismo tiempo, crean oportunidades de divagación y manipulación que no habían sido alcanzadas hasta ahora. ¿Herramientas de emancipación o de alienación?
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sábado, 18 de octubre de 2014

Estudiantes de Hong Kong

A PESAR DE LA REPRESION POLICIAL, CRECE LA PROTESTA DE ESTUDIANTES EN HONG KONG

Violentos enfrentamientos en las calles

El despeje parcial de la protesta –menos de 24 horas después de que el líder de la ciudad ofreciera conversaciones con los líderes estudiantiles– sólo sirvió para reunir en mayor número que antes a los manifestantes.

Por James Legge *
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Manifestantes y policías se enfrentan ayer en el distrito Mongkok de Hong Kong.
Por un breve momento, ayer parecía que las protestas masivas que transformaron Hong Kong podían ser sofocadas. Pero anoche hubo violentos enfrentamientos en las calles de la ciudad, mientras cientos resistieron los intentos más agresivos de las autoridades para dispersarlos.
Ocupantes pro-democracia sostenían paraguas para protegerse del gas pimienta y de las cachiporras en Mongkok, un distrito comercial distante de la sede central en el Almirantazgo. Las escaramuzas se produjeron después de que se hubiera vuelto a despejar la mitad de la arteria Nathan Road, pero la otra mitad quedó ocupada por las personas y tiendas de campaña. El despeje parcial anterior –menos de 24 horas después de que el líder de la ciudad ofreciera conversaciones con los líderes estudiantiles– sólo sirvió para reunir en mayor número que antes a los manifestantes.
Anoche, la policía fue vista retirándose de las manifestaciones en la calle Nathan. Los últimos días se habían visto movimientos similares contra las barricadas de las protestas en las primeras horas, cuando los manifestantes eran menos porque las personas necesitan dormir o ir a trabajar. Pero en la noche del viernes, con miles de personas en las calles, y muchos transeúntes, los esfuerzos de la policía eran menos exitosos. Cientos de agentes, muchos vestidos con escudos y cascos antidisturbios, se apostaron para cercar a la multitud. También se alineaban en la central de reservas, para proteger el tráfico a lo largo de la calzada recién reabierta. Algunos pasajeros en los autobuses que pasaban saludaban a la multitud con los pulgares hacia abajo y el dedo medio hacia arriba. Otros saludaban con las manos y vitoreaban. La mayoría sólo tomó fotos.
Pero después de un intento por dispersar a la multitud, que implicaba spray de pimienta, los agentes tuvieron que cerrar nuevamente toda la carretera al tráfico. Después, la policía se movilizó hacia los manifestantes, que en su mayoría se alejaron casi sin oponerse. Algunos, sin embargo, resistieron y la policía utilizó sus porras con aparente libertad. A un hombre le sangraba la frente cuando fue llevado a una camioneta de la policía, momentos después de que la policía lo redujera en el piso.
Al acercarse la medianoche, un tenso enfrentamiento estaba presente con cientos de sombrillas –que son un símbolo de protesta–, y eso era todo lo que separaba a los manifestantes de primera línea de otro ataque policial. En un comunicado, la fuerza condenó a los manifestantes y los acusó de “poner en peligro el orden y la seguridad pública”. “Voluntariamente bloquearon las principales vías, atacaron líneas de acordonamiento de las fuerzas de seguridad y tiraron a policías al suelo”, agregó el comunicado.
Sólo la noche anterior, Leung Chun-ying, jefe del Ejecutivo de Hong Kong respaldado por Beijing, se ofreció a abrir un diálogo con los líderes del movimiento, que están más que molestos por los planes de China para la elección de su sucesor. Bajo el marco propuesto, un comité –que los detractores dicen que está lleno de partidarios de Beijing– será usado para investigar eficientemente a los candidatos problemáticos.
La ira creció a principios de este mes después de que la policía utilizara gases lacrimógenos y spray de pimienta contra las pacíficas protestas iniciales. Esa oferta de diálogo del jueves fue seguida rápidamente por la acción de la policía, avivando aún más la ira de las multitudes. Occupy Central, el grupo que comenzó la serie de ocupaciones masivas en la ciudad, dijo que eran una señal de la “forma despótica” de Leung. En un comunicado, Occupy Central dijo: “Si el gobierno no está de acuerdo con la posición de los estudiantes, puede refutarlos durante el diálogo. No es razonable que el gobierno exija primero a los estudiantes a abandonar sus posiciones antes de participar en el diálogo”. Y Alex Chow, líder de la Federación de Estudiantes, también expresó su desconcierto. Según el South China Morning Post, le dijo a la multitud en el Almirantazgo: “Ellos afirmaron que quieren reanudar las conversaciones, pero hoy despejaron las calles”.
Un manifestante en Mongkok, Jordania Ho, le dijo a The Independent que el de ayer había sido un “sórdido ataque”, destinado a limpiar las calles. Agregó que el gobierno “quería dispersar a la gente para poder decir: ‘Ustedes no tienen fuerza. No tienen ningún poder de negociación’”. Las protestas son el mayor desafío al dominio chino en el territorio desde que fuera entregado por Gran Bretaña en 1997 y el más grande a nivel nacional desde las protestas de la Plaza de Tiananmen, en 1989. Muchos expresaron su preocupación por el daño a la imagen del centro asiático. Y ayer la Asociación de Bancos de Hong Kong (HKAB) dijo que las protestas, “que han persistido durante días”, estaban afectando negativamente la vida de las personas.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

“La calidad de la educación en un enfoque competencial”

Bienvenido sea el controvertido término de las  “competencias básicas” , entendidas como capacidades holísticas e integrales, como conjuntos...